Hay una relación de amor/odio entre Huilo Ruales Hualca y Quito. Cuando sale de esta ciudad, lo hace casi despreciando todo lo que ella ofrece. No le gusta el ruido de sus calles, la locura de su transporte público, el olor de los Andes impregnados con smog. Pero cuando camina por las calles de París o recorre algún rincón de Francia, la vehemencia del manicomio ecuatorial lo llama, cual si fuese un eco que constantemente golpea su oído.
Huilo Ruales Hualca es la perfecta personificación del nómada. Sea por América o Europa, o por su propia memoria, él camina sin cesar buscando un lugar que acoja temporalmente su fascinación por la escritura. Producto de sus pasos por el mundo real, u onírico, sale ahora 'El alero de las palomas sucias', un texto de textos o, mejor dicho, una compilación de crónicas en las que prima el anhelo de relatar las experiencias vividas.
Por esas artimañas de la noche, el bar previsto para el encuentro con Huilo Ruales luce un 'clausurado' al día siguiente, fecha de la cita acordada. Ni corto ni perezoso, el escritor se mueve por las aceras de La Mariscal. "Quito es la locura y París es el geriátrico", suelta mientras habla de sus estadías entre las dos capitales que habita este ibarreño (origen que no niega, pero reniega), leva del 47.
Dice el escritor ecuatoriano Huilo Ruales (Ibarra, 1947), que a petición del ‘kultopúbliko’, brindará un taller literario. Reuniones de lectura-escritura, pues a su parecer el escritor es un ‘lektor keskribe’.