Mucho se ha escrito sobre Eugenio de Santa Cruz y Espejo, quien, a la postre, fue “una luz en el camino” (EL COMERCIO, abril, 2017) en el oscuro mundo cultural del siglo XVIII; sin embargo, sobre su padre poco o casi nada se habla.
A sus 20 años, Alfonso Castro recorría a diario los zaguanes, patios y habitaciones donde funcionaba el Hospital San Juan de Dios. Los mismos que alguna vez cruzó Eugenio Espejo, mientras desarrollaba sus investigaciones y prácticas médicas.
Los testimonios y objetos recuperados reviven la cotidianidad del Hospital San Juan de Dios, donde ahora funciona el Museo de la Ciudad.