No hay discusión: vivimos en la sociedad del hormigón. Y no es de ahora sino -al menos- desde mediados del siglo pasado, cuando este material conformado por un aglomerante (cemento), al menos un árido (arena, ripio...) y agua, se impuso a otros como el preferido para levantar casas, edificios y más tipologías.
La sola mención de una casa serrana típica trae atada un entorno campestre, con casas blancas, aire fresco y el verde presente en los cuatro costados.
Su nombre común es mortero, pero no sirve, como el arma, para destruir edificaciones, sino para levantarlas, para que sean fuertes y resistan eventos extremos como sismos e inundaciones.
Construir un edificio ha implicado el uso de materiales idóneos que permitan cerrar los ambientes volviéndolos seguros y funcionales y, al mismo tiempo, abrirlos a la vista, al paisaje y a la luz.
Desde el 9 a 12 de enero, la Cámara de Construcción de Quito, por sus 50 años de aniversario, organizó el Seminario Internacional del Hormigón ‘International Conference on Advances in Concrete Technology and Sustainability Issues’. Este evento tecnológico se desarrolló en el Hotel Hilton Colón y contó con la participación de 15 expositores, entre ellos 12 extranjeros y tres ecuatorianos. Dentro de los diversos temas sobre el hormigón, el experto Theodore Bremner enfatiza el uso del concreto liviano en la construcción.
Las texturas como las de la piedra, ladrillo, laja e incluso madera se pueden recoger en el cemento convencional. Esto se logra con la técnica del hormigón de estampado, texturizado o decorativo.
Los inmigrantes ecuatorianos que residen en España también tienen espacio para los sueños, las esperanzas y las realizaciones.
La cadena Trump tiene hoteles en ciudades como Nueva York, Chicago y Las Vegas, y construye actualmente uno en Toronto (Canadá) .