La avestruz macho deja caer sus patas en el piso de tierra, echa para atrás su cuerpo y contornea el cuello de un lado a otro, como si estuviera bailando. Los niños lo miran sorprendidos, con los ojos más abiertos que de costumbre. Christina Egüez, administradora de la Granja El Inga, les explica que es el ritual de apareamiento de esa ave.