La dolarización es, para muchos analistas, el hecho económico más trascendente de la historia republicana. Hace 20 años llegamos asfixiados. Luego de un siglo XX de cambios significativos, desde la emisión de moneda de las casas bancarias hasta la unificación y la Misión Kemmerer, la economía nacional atravesó varios períodos que le marcaron.
La cercana fecha del Día del Periodista ecuatoriano y las brisas de influenza o tormentas destructivas para instalar su relato intentando demoler todo lo existente llaman a pensar.
La incertidumbre y las tribulaciones marcaron un 2019 donde los ejes centrales de la economía, lo social y la política estuvieron surcados de líneas transversales que lo perforaron.
De acuerdo con los usos de la política en los últimos años se había logrado reducir los tiempos de las campañas políticas. Se había.
A esta hora quedan pocas dudas del ‘concierto’ de transnacionales titiriteras que generan el desconcierto en la región. Y de sus protervos planes. Toda la metodología de la protestas tiene vasos comunicantes que la delatan.
Las duras jornadas de 12 días de paros, marchas, manifestaciones y agitación dejan al país fragmentado y herido. Es una derrota colectiva, más allá de las percepciones y las victorias cantadas u ocultas, de unos y otros actores.
La puñalada artera que se quiso asestar a la democracia, a la paz social y al país, al crecimiento económico y al progreso no tiene nombre. No tiene nombre si no es aquel de la traición al pueblo del que se llenan la boca con discursos y proclamas. No tiene nombre, pero sí autores a los que la historia condenará en su debido momento.
La soledad del poder existe. Es el precio de la responsabilidad cuando no se elige el camino fácil de la demagogia y el discurso fácil.
Con una estructura política y económica dependiente del Estado y las sobras de la mesa servida, el país navega de un proyecto deseable a aquel que las circunstancias hacen posible.
Si los primeros años del retorno a los gobiernos civiles estuvieron signados por las dificultades de gobernabilidad, los años siguientes rayaron en la inestabilidad.
Un aspecto crítico de los 40 años de gobiernos civiles consecutivos ha sido la gobernabilidad. Cuando Jaime Roldós ganó las elecciones, Assad Bucaram, el líder de Concentración de Fuerzas Populares que había postulado al presidente electo, hizo su propia estrategia.
No parece que le haya llegado la hora de defunción ala Constitución de Montecristi aunque sus inventores han hecho méritos para ello. Destinada a durar 300 años, según los delirios de sus mentores, apenas pudieron, ellos mismos, empezaron a perforarla.
La cantaleta del cura elevado al altar del despropósito nacional agotó su cuerda. En realidad no sabemos si opera como muñeco de ventrílocuo pero lo parece. En todo caso no va más.
El Consejo Nacional de la Judicatura se propone -con la Constitución en la mano- evaluar a la Justicia.
La descomposición es corrupción propiamente dicha. La metáfora alude a un estado de cosas donde la impunidad y el abuso son la norma.
La noche de los tiempos se lleva consigo miles de historias de la minas.
Tras el Informe a la Nación, a mitad del período presidencial de Lenín Moreno, el país atraviesa un extraño letargo sacudido, eso sí, por sismos y terribles asesinatos en las cárceles.
A riesgo de abundar en aspectos de la vida de un político honrado como pocos, quizá sea esta la última referencia personal sobre Julio César Trujillo, su vida y su gran obra.
La reorganización de las altas autoridades de la Asamblea Nacional se logró con menos tormenta de la que la dispersión auguraba.
La climatología política muestra turbulencias. Ni el país, ni América ni otros lares dan nota alta para afrontar la cascada de retos y problemas que resolver. Miremos algo.