El mercado de valores es una instancia que el Gobierno tiene a mano para desinvertir y levantar recursos frescos. Esto es así por varias razones:
El secuestro de tres colegas nos recuerda de forma despiadada que el periodismo es, esencialmente, un oficio riesgoso. Quienes revelan verdades incómodas o cuestionan el statu quo siempre corren el riesgo de ser insultados o, incluso, de sufrir represalias legales o físicas. Esto pasa en todas partes, no solo en países sin Dios ni ley.
Con la adopción del dólar, Ecuador cedió autonomía en el manejo económico y estrechó aún más su vínculo con los EE.UU. Por ejemplo, sabemos desde hace tiempo que el país ya no puede devaluar su moneda para compensar un descenso en los precios del petróleo ni que tampoco puede adoptar una política monetaria activa para amortiguar los efectos de una recesión mundial.
Todos los filósofos de occidente –desde Platón hasta los pensadores de la Ilustración, en el siglo XVIII– tuvieron algo en común: el monismo. Creían que se podía encontrar respuestas definitivas a los problemas morales, sociales y políticos del ser humano.
Un número creciente de personas se ha mostrado escéptico de las ventajas de la democracia ecuatoriana. Aquellas voces han dicho que el régimen democrático es engañoso, porque si bien concede al ciudadano la oportunidad de elegir a sus gobernantes, una vez finalizadas las elecciones, aquellos votantes son excluidos irremediablemente del poder y quedan, por tanto, incapaces de defender sus intereses y atender sus necesidades.
Cada día tomamos decisiones, grandes o pequeñas: optamos por almorzar pescado en vez de carne o decidimos hacer una inversión. Detrás de cada decisión hay, en teoría, un cálculo; una forma racional de analizar cada situación que nos permite, en última instancia, tomar el camino que nos llevará hacia el mejor resultado posible: hacia una alimentación más sana o hacia un futuro económico más sólido.
Para que la economía se reactive es indispensable que los precios y los salarios bajen considerablemente. Esta corrección de precios ya venía ocurriendo pues, desde junio de este año, la inflación anual empezó a registrar tasas bastante inferiores al 1% y, durante los últimos dos meses, ese indicador fue negativo.
John Maynard Keynes es una de las inteligencias más brillantes del siglo pasado. Fue un destacado matemático; exitoso “trader” de acciones y monedas –bajo su administración, el fondo de King’s College, en Cambridge University, produjo un retorno promedio de 12% anual, durante 22 años–; y agudo librepensador que alternó, de igual a igual, con escritoras como Virginia Woolf y filósofos como Bertrand Russell, en el famoso Grupo de Bloomsbury.
Igual que Ulises en el estrecho de Mesina, Ecuador debe lidiar con dos enemigos mortales que acechan, al mismo tiempo, desde orillas opuestas. Por un lado, Ulises tuvo que enfrentar a Escila, un monstruo de siete cabezas, cada una de ellas con tres hileras de dientes. Alguna vez Escila fue humano pero se convirtió en un monstruo por culpa de sus apetitos y por dar la espalda a su padre.
¿Qué tipo de ciudadano queremos ser los ecuatorianos? ¿Cuáles debieran ser nuestros valores cívicos y democráticos esenciales? Estas son algunas preguntas que deberíamos responder para asegurarnos que cualquier reforma política tenga posibilidades de éxito.
Albert O. Hirschman fue, tal vez, el último gran economista de la estirpe de los “filósofos mundanos” (como les llama Robert Heilbroner). Hirschman –al igual que Smith y Marx– trabajó sus propuestas de reforma a partir de las ideas de la filosofía y la literatura. Hirschman tomó las suyas de Maquiavelo y La Rochefoucauld.
Un ideal es ese principio unificador que permite a una sociedad alinearse en torno a un objetivo superior. Su fuerza radica en que es capaz de esconder diferencias y provocar consensos entre las facciones antagonistas de una sociedad. ¿Qué ideal nos define como país? ¿Qué valor nos aglutina como sociedad? Ninguno.
¿Por qué se producen las crisis económicas? Para responder esta pregunta vale la pena recordar el libro ‘Manías, pánicos y crisis’, escrito por Charles Kindleberger, uno de los economistas que más han contribuido a entender los colapsos económicos.
La “Muerte cruzada” (MC) es un dispositivo constitucional diseñado para resolver casos extremos de bloqueo político. Este mecanismo fue tomado del mundo corporativo donde se le conoce como “Shoot-out Clause”, una provisión contractual que permite a una de las partes –casi siempre la que tiene minoría accionaria– vender su participación a un precio justo y terminar una asociación que considera inequitativa.
“Todos los hombres tienen un precio”, decía Fouché, el “primer socialista verdadero (…) de la revolución [francesa]”, según Stefan Zweig.
Trump quiere que las corporaciones norteamericanas e internacionales inviertan más en su país. Es decir, quiere que esas empresas liquiden sus operaciones en otras economías y, con ese dinero, compren dólares para ponerlos a producir empleo en EE.UU. Si eso ocurre, habrá más demanda de dólares y, por tanto, el precio de esa moneda subirá.
Los resultados de las elecciones norteamericanas -donde el candidato ganador se llevó no solo la Presidencia sino el Congreso y el Senado a pesar de haber tenido menos votos que su contrincante- han puesto de relieve la importancia de la proporcionalidad como mecanismo para asegurar el buen funcionamiento de la democracia.
Escuché por primera vez este tema emblemático de Bob Dylan en boca de Gerry Conlon y Paul Hill, los dos personajes principales de “En el nombre del padre”, la película premiada de Jim Sheridan. En el comedor de un bote ferry que les llevaba a Londres, ambos entonan a grito pelado esta canción que sonaba a triunfo y a lamento.
La opacidad de las cifras económicas está llegando a niveles alarmantes. La prueba más reciente de ello es que el Banco Central ya lleva un mes de retraso en la entrega de las cifras de crecimiento anual para el año 2015. En su momento, el Gobierno anunció que creceríamos a 0,3% pero todo hace pensar que el valor final para aquel año ha sido negativo y, por esa razón, están tardando tanto en entregar la información.
Stefan Zweig no se hubiera sorprendido con la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. El escritor austríaco creyó que Europa –el suelo donde se construía la nueva Torre de Babel, el “monumento de la comunidad fraterna”– siempre vivió amenazada.