Miles de personas protestaron este miércoles en 42 ciudades de Brasil en contra de lo que consideraron un intento de “ golpe ” contra de la presidenta Dilma Rousseff, que encara un juicio político que podría terminar con su destitución.
Con uniforme blanco o sin él, a partir de ahora las empleadas domésticas de Río de Janeiro serán las que decidan su atuendo y no podrán ser obligadas a entrar con esa marca social cuando acompañen a su patrón a un club social, una costumbre que en Brasil se arrastra desde la época de la esclavitud. La nueva ley impulsada desde el Gobierno regional pretende enfrentar un paradigma que pervive en Brasil y que muestra a diario la clasificación social derivada del uso de uniformes, una estratificación pública que refleja la pervivencia del clasismo decimonónico marcado en el ADN del país. La pervivencia de este modelo es particularmente notoria en los clubes en los que la elite social brasileña se reúne y en los que las empleadas de todo el país son obligadas a acceder marcadas con el estigma del uniforme, salvo ahora en Río de Janeiro, que acaba de aprobar una ley que elimina esa exigencia. "Esto ocurre porque Brasil es uno de los países con mayor segregación social. Si tienes un subempleo