Si los tiempos fuesen diferentes, me gustaría estar en mi querido Ecuador, celebrando el 30º aniversario de la restauración de la Independencia de mi país. La pandemia empezó un día después de mi última visita de trabajo al Ecuador, en marzo del 2020, y espero volver pronto para seguir con la agenda bilateral.
Hace 30 años, el 9 de abril de 1991, una pequeña nación en el Cáucaso del sur declaró la independencia de la URSS, bajo la cual su pueblo vivió durante 70 años. Aunque este acto no captó en ese momento las principales cabeceras de la prensa internacional – todavía faltaban meses antes de la disolución de la URSS, para nosotros en Georgia, era el comienzo de la realización de nuestros sueños – vivir en el mundo libre y decidir nuestro destino.
Yo era un joven estudiante de 19 años y recuerdo perfectamente las fuertes sinceras emociones y la tremenda esperanza por un mejor futuro – más libre, más alegre, con inmensas oportunidades por delante.
Por supuesto, estos sentimientos tan idealistas, no tenían nada que ver con lo que realmente nos esperaba adelante – enfrentamiento civil, conflictos armados en las regiones separatistas – un cóctel explosivo, lo que hoy denominamos como “los tenebrosos años 90”. Pero hemos logrado cruzar al otro lado.
Lo que consolidó a la nación y nos empujó adelante era la visión política irreversible en cuanto a la aspiración de formar parte de la familia europea, lo cual tiene como objetivo la plena integración de Georgia a la UniónEuropea y la OTAN, la aspiración que se comparte entre todos los espectros políticos y la población.
Hoy en día, Georgia es un país miembro asociado de la UE, un país seguro, con las instituciones democráticas transparentes, sistema avanzado de servicios públicos, índices muy bajos de corrupción e índices muy altos en la libertad económica y facilidad de hacer negocios. En retrospectiva, el camino de desarrollo de los últimos 30 años ha sido complejo, lleno de desafíos internos por el deber de acometer rápidamente reformas dolorosas, así como por las amenazas existenciales provenientes de Rusia -siempre presentes, que se materializaron en la guerra de 2008. Este conflicto dejó el 20% del territorio bajo la ocupación rusa y desde entonces nuestros esfuerzos internamente y en la política exterior están dirigidos a la desocupación de manera pacífica.
En cuanto al interés y presencia de Georgia en Latinoamérica, en los últimos años hemos intensificado la búsqueda de oportunidades para construir puentes con los gobiernos, negocios y pueblos de la región. Entre otros, vale la pena destacar el rápido crecimiento dinámico existente en las relaciones bilaterales entre Georgia y el Ecuador. Hemos sentado una base sólida para crear alianzas significativas y las perspectivas de una mayor cooperación económica y espero, que a pesar de la magnitud del efecto de la pandemia podamos mantener esta dinámica positiva.
En fin, recorrimos un largo camino en tan solo 30 años y quisiera aprovechar la oportunidad para felicitarles de corazón a todas mis compatriotas en Ecuador por esta fecha importante.