Fuerzas Armadas

Tienen una misión específica: defensa territorial y de la soberanía, por medio de armas letales, para matar; no pueden repeler la agresión, como el policía, con gas mostaza, diarreico o lacrimógeno (él solo puede matar en defensa propia); con estos elementos de disuasión o represión, sería irrisorio repeler el ataque de un ejército enemigo; el gas lacrimógeno no se apunta (caso Cossíos); solo se lanza en una dirección para disolver amotinados; este es su límite. Solo la Iglesia y las FF.AA. se han sustraído, hasta hoy, al poderoso dinero de los narcos; pero si les conviene a sus colosales intereses, lo harán; por lo menos, no es prudente ponerles en riesgo a estas instituciones. Poner al militar tras el delincuente es tergiversar sus funciones y socavar su dignidad: sus paradigmas son Aquiles, Alejandro y Napoleón; ridículo verlos a ellos corriendo tras los cacos. La solución: transformar la Policía en eficiente y honesta.

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