El fuego

En un tuit dije a Óscar Vela que cuando escriba una sinfonía talvez tendría más elementos para comentar libros como 'Yo soy el fuego', que acaba de presentar en el museo Guayasamín. El comentario publicado en la sección Cultura me pareció ligero para semejante novela, donde se aprecia todo el capital intelectual de este quiteño, abogado y literato.

Las primeras 100 páginas atrapan, las restantes 216 simplemente resulta imposible abandonar. Lo más sensacional de esta obra editada por Alfaguara es el desfile de personajes profundos, de paisajes muy comunes descritos sin exageraciones y con bastante precisión.

Pese a que el autor juega con el rigor histórico de hechos concretos ocurridos la década anterior, es una novela de ficción que se mete en las profundidades y en la marginalidad de Quito.

Aborda la tragedia ocurrida en la discoteca Factory, donde el novelista profundiza con una excelente prosa. Me conmovió porque Óscar Vela aterriza en el drama de la juventud deslumbrada que acude a un lugar de música y diversión sin saber que hay irresponsables que no ven personas y sí el lucro, pero la seguridad poco importa.

En lo personal, esa tragedia me conmovió porque hasta entonces no conocía nada de ese género musical llamado metálica. Una joven periodista, que a la sazón trabajaba en el Diario y que estuvo de turno el fin de semana, se demoró en entregar sus páginas y no pudo llegar a la discoteca.

Quedó con traumas de solo pensar que ella hubiese sido una de las víctimas de la tragedia y también por sus amigos que murieron calcinados. Comencé a interesarme en la realidad de esos grupos musicales del sur de la ciudad que los sociólogos denominan tribus urbanas.

El elemento que circula en toda la novela es el fuego, el relato es liviano, a ratos crudo, pero para nada alejado de lo que ocurre en la sociedad. Aborda la sensualidad de manera elegante y sin caer en lugares comunes.

Mientras leía pensaba que no es una novela para hipócritas. Si nunca has sido infiel, simplemente no debes leerla, tampoco si nunca has tenido ambiciones desmedidas de escalar socialmente. Una observación muy particular, si tienes dislexia con las fechas te podrías confundir a ratos, como fue mi caso.

Personajes como el Dragón lo vemos a diario en los semáforos, pero viramos la cara para no darle una moneda, pese a que pone en riesgo su vida cada vez que bota fuego por su boca. El fuego provoca un cambio profundo porque purifica o calcina, salva o mata. Hay personajes tan graciosos como Duncan Cervantes y otros secundarios no menos importantes, las esposas y los esposos infieles son el retrato de una sociedad que se describe con crudeza durante la obra, así como la biblioteca del Tata y el Ramiro Leone. Sorprende también una narración riquísima en segunda persona, lo cual aporta a que 'Yo soy el fuego' se constituya en un suceso literario.