El abandono estatal de la frontera entre Ecuador y Colombia y el papel de la prensa se analizó en la Flacso

Yadira Aguagallo (izq.), Felipe Burbano de Lara, Fernando Carrión y Dimitri Barreto. Foto: Cortesía Édison Guerrón

Yadira Aguagallo (izq.), Felipe Burbano de Lara, Fernando Carrión y Dimitri Barreto. Foto: Cortesía Édison Guerrón

Panel que participó en la conferencia de Flacso el 17 de abril. Foto: Cortesía Édison Guerrón

“Pienso en el trabajo de Paúl, en el tipo de fotógrafo que fue, y en esa maravillosa última gráfica que nos regaló y que le regaló a diario EL COMERCIO en una de sus últimas visitas precisamente a estas zonas, a la población de Palma Real. Donde pudo captar con su cámara, con su ojo de fotógrafo, con más de 20 años de experiencia, que esas poblaciones, a pesar de los contextos de abandono y violencia en las que viven, son poblaciones que siguen teniendo color y que su gente quiere seguirle poniendo color”.

Las palabras de Yadira Aguagallo, pareja del fotógrafo Paúl Rivas, remecieron en el auditorio de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en Quito. La tarde y noche del martes 17 de abril del 2018, con aforo lleno, se realizó la charla ‘La frontera norte: ¿espacio en disputa?’.

Paúl Rivas, el periodista Javier Ortega y el conductor Efraín Segarra, de EL COMERCIO, se desplazaron el 26 de marzo a realizar una cobertura en Mataje, una población fronteriza con Colombia, en Esmeraldas, Ecuador, y fueron secuestrados, asesinados, por un grupo de disidentes de las FARC.

“Hoy para Ecuador es muy nuevo este fenómeno de violencia, pero no es nuevo el narcotráfico en la frontera norte”, enfatizó Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación de Colombia, conectado vía Skype desde Bogotá.

Ávila contextualizó lo que ocurre en el departamento de Nariño, en la frontera sur de Colombia, donde opera la disidencia que ha perpetrado atentados y secuestros en Ecuador. Allí no solo hay 12 grupos armados que combaten metro a metro por el control territorial, sino que detrás de ellos se libra “una disputa entre el cartel de Sinaloa y el cartel Jalisco Nueva Generación. Y la información que hay es que uno de estos carteles mexicanos, a través del frente Óliver Sinisterra, busca doblegar a las autoridades ecuatorianas y obligarlas a aceptar el negocio del narcotráfico”, dijo.

Fernando Carrión, catedrático e investigador de la Flacso, puntualizó que uno de los grandes problemas del proceso de paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC no proviene de las disidencias, sino de la falta de acción del Estado colombiano para cumplir con los acuerdos de la firma de paz en 2016. “A los integrantes de las FARC se les confinó en 26 zonas veredales y los territorios de donde provenían quedaron sin la presencia estatal y eso es lo que ha producido la disputa de esos territorios”.

“El año pasado comenzaron a subir los homicidios en Nariño donde estaban las FARC. El Estado colombiano tenía que copar ese territorio para evitar que otros actores criminales tomarán la zona; lamentablemente eso no pasó”, dijo Ariel Ávila.

“Los territorios donde se ha incrementado la violencia coin­ciden con la presencia de más cultivos de coca”, describió Dimitri Barreto, periodista de diario EL COMERCIO. “En los últimos cuatro años, las áreas donde más se incrementaron esos cultivos se encuentran frente a las zonas de Mataje y Nueva Loja, que estamos olvidando, y en todas esas áreas de Colombia existen disidencias”.

Según el último monitoreo de cultivos ilícitos levantado por la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Crimen (Unodc), en Colombia hay 146 000 hectáreas con cultivos de hoja de coca, casi el doble que en 2008. El informe refiere que 42 627 hectáreas están en el departamento de Nariño, dijo Barreto. Le sigue el departamento de Putumayo con 25 162; los dos, fronterizos con Ecuador.

Carrión cuestionó que la respuesta de Ecuador fuese exclusivamente militar. “Yo no entiendo cómo un fenómeno multidimensional como este que tenemos en las manos puede ser enfrentado unilateralmente, no entiendo cómo es posible que se plantee teniendo experiencias muy claras”, expresó Carrión y puso como ejemplo la llamada iniciativa Mérida, suscrita en 2008 para México y el Triángulo Norte de Centroamérica.

“¿Qué tenemos después de ese plan? La zona más violenta del mundo es el Triángulo Norte: Guatemala, El Salvador y Honduras. ¿Qué tenemos en México? 75 000 muertos, más de 30 000 desaparecidos y la red global del crimen ha crecido de una manera impresionante que maneja y mueve 900 mil millones de dólares”, detalló el investigador de Flacso.

Barreto también lamentó que el arribo estatal a la frontera norte en esta coyuntura fuera solo militar-policial. En la línea de frontera, del lado ecuatoriano, hay población civil, niños, dijo, ellos carecen de infraestructura, servicios básicos, acceso a salud, educación. Y mencionó que este Diario ha venido haciendo cobertura de la vida en la frontera desde hace 20 años.

“Hemos estado (además de Palma Real) en Mataje, Tobar Donoso, El Chical, Tufiño, El Carmelo, Santa Bárbara, Barranca Bermeja, General Farfán, Puerto Mestanza, Puerto Nuevo, Puerto El Carmen. EL COMERCIO ha estado en esas poblaciones para contar el impacto de violencia del narcotráfico y el abandono. Ahí ha estado la prensa libre”.

En la conferencia del martes 17 se mostró una fotografía de las inmediaciones de Mataje: la vía pavimentada en el costado ecuatoriano llega hasta Colombia a través de un puente sobre el río Mataje. Foto: Cortesía María José Aguilar

La estrategia exclusivamente militar puede provocar un desplazamiento mayor de la población de frontera y, sin tejido social, ese territorio va a ser copado, graficó Carrión, quien pidió a los críticos del proceso de paz en Colombia que pensaran en otra consecuencia en términos de expansión del crimen: “¿Qué va a pasar si en dos meses gana las elecciones presidenciales Iván Duque (candidato del partido Centro Democrático de Álvaro Uribe)? Pues va venir un proceso de desmonte de la paz”.

“La solución militar planteada puede producir la unificación de esos 12 grupos” que están en Nariño, dijo Carrión, “y que se empiece a generalizar el conflicto y la guerra”.

Ávila recordó que, a pesar de todo, en el contexto del conflicto histórico, el acuerdo de paz ha sido exitoso para Colombia: “Se desmovilizaron 12 300 guerrilleros; han disidido 800. Todos los indicadores de violencia han bajado: desplazamiento forzado, minas personales, secuestro. Pero comenzaron a subir los homicidios en el Pacífico y en Nariño”.

“En Ecuador no hay plantaciones de coca, pero eso no quiere decir que Ecuador sea ajeno. Aquí está un corredor del narcotráfico, y el problema no va a terminar con la captura de un hombre”, remarcó Barreto, para quien la estrategia del Gobierno con el despliegue de militares y policías a Mataje tras el asesinato del equipo de prensa es errada, porque la solución al problema requiere una respuesta más estructural. “El Estado no existe ahí, como no existe en la mayoría de poblaciones de la frontera”.

“En EL COMERCIO hemos decidido pensar en el país -dijo Barreto-, por eso con mayor énfasis que nunca vamos a realizar una cobertura humana de la violencia, a contar las historias de la gente que vive ahí en la frontera, pensando que hay esperanza”.

“El 25 de marzo, cuando (Paúl, Javier y Efraín) se desplazaron a la frontera iban con la misión de garantizarle a la sociedad ecuatoriana su acceso y su derecho a información”, recordó Yadira Aguagallo, quien en nombre de los familiares pidió justicia y memoria. “El 26 de marzo en horas de la mañana, cuando fueron secuestrados, le permitieron saber al país que existen otros contextos que se nos estaban cayendo de los ojos”.

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