Por respeto y tradición la palabra de un Presidente de la República es la máxima expresión de la autoridad del Estado. Ésta, verbal o escrita, refleja su criterio, decisión o instrucción, dentro del poder ejecutivo, que dirige al pueblo que lo ha elegido. Encarna la voz de sus mandantes, los ciudadanos, y del Estado. Si su palabra se expresa, según el caso, de manera solemne su impacto es mayor, si lo hace informalmente puede llegar más al pueblo, y, si es ante la prensa, debe ser mesurada y directa para que su efecto sea el que busca.
Tras el cambio de gobierno de mayo pasado se ha generado una evidente pugna en el movimiento de gobierno que no por previsible es menos sorprendente. Este conflicto me ha llevado a reflexionar sobre un valor capital del ser humano: la lealtad.
La Alianza del Pacífico, integrada por México, Colombia, Perú y Chile, tuvo su última cumbre, la décimo segunda, la semana pasada en Cali para hacer un balance de sus logros y plantearse sus propuestas a futuro.
Se acaban de cumplir solo 30 días con Lenín Moreno en el poder y ya se ha hecho, dicho y especulado sobre su corta gestión como si fuera un año. Algunas reflexiones. Da la impresión de que, con tantos llamamientos al diálogo y algunas acciones, el gobierno ha logrado, por lo pronto, bajar las tensiones tan crispadas después de las elecciones y tomar la iniciativa.
Ecuador atraviesa por un período de preocupantes turbulencias por la crispación política y sobre todo por la gigantesca ola de corrupción que podría tirar abajo su frágil institucionalidad.
fcarrion@elcomercio.org
‘La suerte de Assange depende de Inglaterra” titula este diario erróneamente el sábado pasado en primera página. No, la suerte da Assange no depende de Inglaterra sino de él mismo.
Esta es la historia de crasos errores, tanto de fondo cuanto de forma, fruto de apasionamientos de los cuales las partes involucradas, Venezuela y la OEA, son responsables.
No, no es por la edad, es por su integridad, su honestidad, su vida transparente, su capacidad y coherencia, su recorrido vital haciendo desde su respectiva trinchera el bien por el Ecuador, que todos los miembros de la Comisión Nacional Anticorrupción, merecen el reconocimiento de los ecuatorianos. Y, de su parte, la condena frontal al poder por la vileza del ataque judicial del que han sido objeto.
A nadie le cabe duda de que el Presidente Correa deja una profunda huella en la historia del Ecuador. La restricción de las libertades, la cooptación de los poderes, el autoritarismo, la intolerancia, la corrupción, entre otros hechos marcaron su larga gestión.
En esta caótica coyuntura política, nadie discute, al contrario se preocupa, por la situación general del país y dentro de ella por la grave crisis económica que atraviesa y la necesidad de austeridad fiscal como una de las principales medidas para aplacarla.
Habían pasado de moda pero ahora están de vuelta. Más sofisticados pero con los mismos efectos. Me refiero a los golpes de Estado y, en particular, al producido en Venezuela la semana pasada cuyas implicaciones sobre la región exigen no solamente declaraciones del exterior sino acciones. Sin perjuicio de que en parte sus protagonistas se han retractado, valen las algunas reflexiones.
El diplomático Francisco Carrión Mena dio su impresión sobre la política internacional y su proyección en TVC.
Cultura es identidad y nuestro país se halla en su búsqueda por ser una nación “joven”, al decir de Adoum, nuestro poeta mayor, pero llena de bríos y de recursos para forjarla y proyectarla al futuro. En la coyuntura histórica en que nos encontramos, entre el continuismo o el cambio, resulta indispensable un compromiso para alentar la cultura a fin de seguir fortaleciendo esa identidad en construcción.
Vergonzoso e ilegal lo acontecido con la ciudadana venezolana –y por tanto sudamericana- Lilian Tintori al impedirle ingresar al Ecuador la semana pasada.
A pesar de la relevancia que tiene actualmente en este mundo convulsionado, desorientado, violento y sobretodo globalizado, la política exterior ha sido la materia menos discutida en esta campaña electoral.
La manida expresión de que cuando Estados Unidos estornuda el mundo entero corre el riesgo de tener pulmonía, es perfectamente aplicable a lo que acontece en Washington desde que asumió el poder el presidente Trump. El problema es que la pulmonía parece estar en la Casa Blanca y no sabemos lo que puede acontecer en el mundo…
La semana pasada se cumplieron tres años de detención del dirigente político venezolano Leopoldo López, acusado de instigar manifestaciones contra el gobierno de Maduro que terminaron con actos de violencia. A todas luces, junto con otros, este es un claro caso de prisión política. El señor López cumplía funciones alcaldicias y militaba activamente en movimientos de la oposición. Hacía política activa pero no cometió delito alguno.
En su incontenible afán por viajar, que ya falta poco para que se le acabe, el Canciller Long ha estado la semana pasada en Caracas, para variar, y en Nueva York.