Flagrancia

Flagrancia significa obvio, evidente, incuestionable. Como ejemplos se puede citar fotografía de la agresión del ladrón dentro de la casa de la víctima, o vídeo del asalto en el interior del banco, o testigos del secuestro del delincuente a la víctima en la calle, o en el caso del cura de Guápulo, pruebas del manoseo.

Si no existe la flagrancia o evidencia del presunto delito, el abogado defensor o el fiscal o el juez, astutos, tienen a su haber argumentos de sobra para negar el delito o ablandar la sentencia. El argumento variopinto expuesto rebasara y confundirá todo cuanto está escrito en la Ley y la violencia seguirá campante a ojos vista de la comunidad. A todo ello se añadirá la rebaja de la pena por el buen comportamiento, y la intervención de quienes representan los “Derechos Humanos”. La violencia tendrá luz verde para continuar creciendo en este país que más se parece a un pequeño infierno.

¿Quién se compadece con los asesinados, secuestrados, heridos, asaltados?

¿A quién corresponde la indolencia y/o el letargo de este macabro drama?

¿A la Fiscalía? ¿A la Judicatura? ¿A la Corte Constitucional? ¿A la Asamblea?

Desde antaño se sabe que la Ley y la Justicia no siembre caminan juntas... “Hasta cuando juzgareis injustamente y aceptaréis las personas de los impíos. Defended al débil y al huérfano, haced justicia al afligido y al menesteroso. Líbralo de mano de los impíos “ (Salmos 82: 2-4).  

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