El ligero bamboleo que se siente dentro de los bloques de viviendas de Manta y Portoviejo no borra las huellas de las réplicas del terremoto del 16 de abril del 2016, para las familias que los habitan. A ratos, el movimiento en estas estructuras de cinco pisos se percibe como un leve asentamiento que hace pensar a los ocupantes como si la tierra se los estuviera absorbiendo lentamente.