En estos días agitados, en que el Festival de la Lectura en la plaza Altamira, organizado por Cultura Chacao, ha traído a la ciudad la alegría de encontrar amigos y disfrutar las conversaciones entre escritores, he recordado a un librero de raza que reapareció por Caracas como un fantasma de otra época, Arturo Garbizu. Como si aquel librero catalán que le llenó la cabeza de ideas curiosas a los habitantes de Macondo revisitara el paraíso del que alguna vez huyó para regresar a tierras españolas, Arturo Garbizu volvió a ser feliz entre nosotros.