El lunes se publicó “Cacería contra mujeres”, artículo en el que de manera sesgada y atrevida equipara a la Iglesia Católica con el crimen organizado que asesina mujeres en la frontera entre México y Estados Unidos.
Con el discurso feminista radical que busca el reconocimiento del aborto como un derecho humano, se toma el manoseado tema de la Inquisición para decir que la Iglesia ha perseguido siempre a las mujeres. Historiadores serios han establecido que en territorio mexicano la Inquisición no quemó a nadie (Lorente). Lo que sí está históricamente comprobado es que antes de la conquista periódicamente se bañaba a las pirámides con la sangre de guerreros, mujeres y niños hechos prisioneros, esclavizados y luego sacrificados por los aztecas. Es reconocido por todo México que durante su historia la Iglesia Católica ha protegido a las mujeres, los pobres y los desvalidos.
Ya se ve que las feministas radicales mexicanas aprovechan la violencia contra la mujer y los asesinatos a mujeres perpetrados por los narcotraficantes para atacar a la Iglesia Católica, principal defensora del derecho a la vida. Estas feministas en México y en cada país, son una minoría febril que dispone de mucho dinero y actúa bajo los intereses económicos del imperialismo global influyendo en parlamentos y gobiernos.
El feminismo radical es gestor de la ideología de género, trata de convencernos de que el sexo con el que nace cada persona es accidental, porque cada uno puede escoger el sexo que desee. Esto tiene sus consecuencias, sexo adolescente, sexo seguro, matrimonio homosexual, adopción de niños por parejas homosexuales y por supuesto, el más importante: el aborto como un derecho humano. Es en este nuevo caos pansexual, dizque derecho humano, en el que creen que la mujer podrá liberarse finalmente del sojuzgamiento patriarcal.
Existen muchos feminismos pero el fundamentalista proaborto, por ello conocido como feminazismo, quiere aparecer como el único feminismo y lo más curioso es que este discurso falaz y belicoso se engancha de temas justos como el de la violencia contra la mujer, para difundirse abiertamente y con gran facilidad por todas partes, engañando a medio mundo.