En febrero de 1821, hace exactamente 200 años, lo que ahora es el Ecuador estaba en un limbo. En octubre de 1820, Guayaquil había declarado su independencia de España y en noviembre Cuenca había hecho lo mismo. Mientras tanto, Quito, que había sido independiente entre 1810 y 1812, permanecía bajo un férreo control español, impuesto luego de la derrota de los independentistas del “primer grito”.
Para complicar las cosas, las recientemente creadas tropas guayaquileñas, en su intento por liberar Quito, habían derrotado a los realistas en Camino Real (Guaranda), pero habían sufrido importantes derrotas en Huachi (Ambato), Verdeloma (Azogues) y Tanizahua (Guaranda).
La batalla de Huachi de fines de noviembre de 1820 había bloqueado el acceso de los patriotas hacia Quito. Por su lado, la ciudad de Cuenca había vuelto al control realista a raíz de la derrota en Verdeloma en diciembre 1820. Finalmente, la derrota de Tanizahua de enero de 1821 había obligado a los patriotas guayaquileños a retirarse a su ciudad.
En Tanizahua los españoles había tomado prisionero al comandante de las tropas independentistas, el coronel José García (chuzabuelo de este editorialista), lo habían fusilado y luego habían colgado su cabeza en el puente del Machángara para escarmentar a la población.
Hace 200 años, todo estaba en el limbo y la suerte del país bien podía haberse definido en muchas direcciones distintas.
En ese momento, los patriotas guayaquileños tuvieron el acierto de replegarse hacia su territorio, hacerse fuertes ahí y aceptar la ayuda que llegaba tanto de Simón Bolívar (que estaba peleando en lo que actualmente es Colombia) y de San Martín (que estaba luchando en el actual Perú).
Afortunadamente las fuerzas españolas no buscaron atacar Guayaquil inmediatamente y eso dio tiempo para que la ciudad se organice y para que lleguen los refuerzos “externos”.
Quizás vale recordar que, en ese momento, Quito estaba “fuera de combate” porque desde 1812, cuando los españoles retomaron el control de la ciudad, su élite intelectual fue “decapitada” (en algunos casos literalmente, pues casi todos los líderes de ese momento estaban muertos, prisioneros o exiliados). La ciudad, que había llegado a redactar nuestra primera constitución, estaba agotada y poco podía aportar a esta revolución.
Así fue cómo, en abril del año 21 (de 1821), llegó a Guayaquil quien se iba a convertir en el gran héroe de nuestra independencia, Antonio José de Sucre. Él unificó el mando militar, organizó las tropas independentistas y las llevó a la Batalla de Yaguachi en agosto de ese año, iniciando la campaña que culminaría en el Pichincha en mayo de 1822, hace casi 199 años.
twitter: VicenteAlbornoz