En el discurso de aceptación del Premio Nobel, en 1982, el escritor colombiano Gabriel García Márquez coloreó con un pasaje de la historia ecuatoriana: el funeral del Presidente Gabriel García Moreno, quien fue velado sentado en un sillón, con todas sus medallas, y rodeado de una guardia militar que, en paradoja descomunal, no estuvo para salvarlo de su asesinato, el 6 de agosto, hace exactamente 145 años.
El 6 de agosto se conmemoraron 144 años del asesinato a Gabriel García Moreno. Sin embargo, no se despejan todos los enigmas en torno al crimen. Faustino Rayo lo atacó a machetazos; dispararon contra el Presidente Manuel Cornejo y Roberto Andrade, los jóvenes liberales que habían leído “La dictadura perpetua”, la diatriba de Montalvo que les movió al magnicidio. Actuaron junto a ellos Abelardo Moncayo y, algo más lejos durante el crimen, Manuel Polanco, que juntó los hilos de las conspiraciones. Menos conocidos son los papeles de Juana Terrazas, del comandante Francisco Sánchez y del general Francisco Javier Salazar, ministro de Guerra de García Moreno. Terrazas jugó papel protagónico. Tanto que confesó: “Yo lo hice todo con estas polleras y este cuerpo que se han de comer los gusanos”. Amante de Moncayo, sirvió de nexo entre los jóvenes y Sánchez, segundo en el cuartel junto al Palacio de Gobierno. Este prometió el apoyo militar a condición de que dieran muerte al mandatario. Decepcio