Con precipitación y poco juicio, la Cancillería acaba de declarar “persona non grata” a la Embajadora de los EE.UU. que, en buen romance, significa expulsarla del país. La reacción se produce como consecuencia de la publicación en “El País” de uno de los cables filtrados por Wikileaks, signado, en teoría, por la Embajadora Hodges en el que se narra varios actos de corrupción cometidos por un Comandante General de la Policía Nacional. Lo que más irrita al Gobierno ecuatoriano de ese cable es la mención de que el Presidente Correa conocía los actos dolosos de aquel Comandante .
Haber expulsado a un Embajador es un acto diplomático extremo que tendrá repercusiones internacionales muy graves. Para comenzar, es probable que el Ecuador pierda a su Embajador ante la Casa Blanca en las próximas horas y que sobrevenga un enfriamiento serio de las relaciones con los EE.UU. Por ello, un acto tan radical merecía una reflexión más serena y menos bilis en el hígado. Se debió considerar primero que no estamos frente a una declaración oficial de los EE.UU. y que en ningún momento la Embajadora Hodges acusó directamente al Presidente Correa de conocer actos de corrupción sino que trasladó juicios de valor atribuidos a otros funcionarios de la Embajada. Debemos recordar que varios Gobiernos vienen enfrentado problemas derivados de estos cables y que a ninguno se le ocurrió expulsar al Embajador norteamericano. Basta citar lo acontecido en Argentina, Francia, Alemania, y tantos otros países.
La reacción violenta del Gobierno solo agravará el escándalo y provocará un escrutinio mayor de los cables originados en Quito. Y aunque las circunstancias sean distintas, será muy difícil que los actores internacionales no asocien esta medida con la adoptada por Chávez que prohibió la entrada de Embajador de los EE.UU, Larry Palmer, a Venezuela luego de formular algunos comentarios en el Capitolio. Rememoremos que, en un exceso de rabiata, Chávez declaró persona non grata al mencionado funcionario y provocó la expulsión del embajador venezolano ante la Casa Blanca.
Hace pocas horas fueron difundidos otros cables que informan sobre la posible vinculación de algunos funcionarios ecuatorianos con las FARC y el desmantelamiento deliberado de varios órganos de seguridad y lucha contra el narcotráfico. Existen más cables en camino con temas, seguramente, sensibles y complejos. ¿Que hará la Cancillería entonces? ¿Expulsará diplomáticos? ¿Romperá relaciones? Quedan poquísimos recursos diplomáticos luego de una acción tan dramática como la expulsión de un Embajador.
Hace pocos meses el Canciller y su Viceministro ofrecieron asilo a Assange y se frotaron las manos ante la inminente publicación de los cables secretos del Departamento de Estado. Sus deseos se han hecho realidad.