Michael Estrada, goleador del Toluca de México y de la Selección Ecuatoriana, se destaca dentro y fuera de las canchas. Su rendimiento deportivo va de la mano con su gestión y obra social. En su barrio, donde creció y dio sus primeros pasos, ahora tiene una escuela de fútbol, donde ayuda a niños de escasos recursos.
Jack Guamán es el más entusiasta de los alumnos de la escuela de fútbol 16 de Abril que funciona en Azogues. Con atención escucha las instrucciones del técnico Jenner Quizhpi y las ejecuta en la cancha del estadio de la Federación de Cañar.
No sabían bien cómo pronunciar Ecuador, pero lograron gritar durante todo el partido a favor del equipo dirigido por Jorge Célico. Fueron 34 niños de la escuela Kswiselka Bydgoszcz Fordon.
Enrique Vera habla despacio. Es de esos profesores que prefiere no levantar la voz para corregir a sus pupilos. Él opta por explicar con el ejemplo. Se mete a la cancha para participar en los rondos. Les enseña técnicas de salto y cómo se deben mover en situaciones reales de juego.
Liga de Quito ha tenido que cambiar de filosofía en los últimos años. El club universitario dejó de ser un equipo comprador de jugadores, para convertirse en un formador de talentos. Este año, el 40% del plantel que logró el título de campeón, salió de las formativas.
“Dejar el fútbol profesional sí fue un choque emocional importante. Hay jugadores que no saben qué hacer después del retiro. Yo elegí poner mi academia. Esto me ha servido para que no sea tan fuerte ese choque”, explicó el futbolista argentino.
La rutina de Norberto Araujo cambió drásticamente en los últimos tres meses. El exzaguero central de Liga de Quito ya no madruga para ir a los entrenamientos. Ahora desayuna en casa junto a su esposa y sus tres hijos. Aprovecha más el tiempo con ellos, aunque extraña ir a la cancha, compartir concentraciones y estar listo para los partidos.