Los frecuentes escándalos en el interior de las Fuerzas Armadas de Colombia se están convirtiendo en un fuego amigo más letal que las bajas que, por error, se infringen los ejércitos. El último, según la Fiscalía, pasa de ser una estafa de aficionados a convertirse en un modelo de organización mafiosa creada para robar al Estado. Es decir, a los colombianos.
Nunca llegué a imaginar que mi pasada columna desatara las iras del presidente Santos. Solo me proponía con ella mostrar algunas de las exigencias que en La Habana están formulando las FARC.
Esta vez, la celebración de la Semana Santa, en conmemoración devota de la Pasión, Crucifixión, Agonía y Resurrección de Jesús de Nazaret, de Jesucristo, se encuentra flanqueada por el derribo de un avión de la línea comercial Germanwings, perpetrado por nadie menos que su copiloto, pese a llevarlo cargado de pasajeros.
En sus Notas sobre la literatura inglesa, que es quizás el mejor libro que me haya leído en la vida, o uno de los mejores, sin duda, cuenta el Príncipe de Lampedusa que siempre llevaba en el bolsillo una edición portátil de los sonetos de Shakespeare.
El último jueves murió parte de mí. Fueron más de 40 años leyendo, admirando, siguiendo, a García Márquez, el hermano de mi buen amigo Eligio, quien me lo enseñó a conocer mejor a partir de una caja de cartón llena de libros.
No es exageración afirmar que uno de los desafíos más grandes que debe enfrentar el Estado colombiano en esta década es la reparación de las víctimas del conflicto armado. Hacerlo permitirá subsanar una deuda histórica pero sobre todo implica levantar un pilar fundamental de una paz estable y duradera.
Cuando las ficciones son buenas -una novela, digamos, o una película o un cuento, o la vida- la gente suele decir que no "se les ven las costuras". Es una forma antigua, creo, de exaltar la perfección del arte que las rige; la magia de su autor, su maestría para no dejar ver los mecanismos ocultos que las hacen funcionar y les dan sentido y movimiento, como en un reloj. Como el sombrero del mago que oculta al conejo antes de aparecer.