Dolores Vélez, la testigo 30 en intervenir en el juicio y viuda de Carlos Andrade Almeida, relató ante el estrado el drama que vivió el 19 de noviembre del 2003. Ese día, su esposo salió a comprar pañales para su hija, de tres meses y 18 días, y murió de 11 disparos durante un operativo policial en la farmacia, de la ciudadela La Alborada, norte de Guayaquil.
Han pasado 11 años desde esa mañana de noviembre, en el 2003. El escenario una farmacia. Las secuelas: muertos y desaparecidos tras un aparente enfrentamiento entre policías y personas que supuestamente asaltaban el local.
El juez nacional Jorge Blum argumentó que la muerte de ocho personas en el interior de una farmacia de Guayaquil no fue un acto de "legítima defensa". Por ese motivo, este jueves 10 de julio llamó a juicio a 18 miembros de la Policía Nacional, por el presunto asesinato en la modalidad de ejecución extrajudicial. Este hecho ocurrió el 19 de noviembre del 2003.
El cadáver del joven fue encontrado con 12 disparos en la cabeza y en el cuerpo. Estaba atado de pies y manos. Ocurrió el 1 de enero del 2002 y desde entonces Celva S., su madre, no conoce exactamente qué sucedió con él.
En la lista de víctimas que el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH) ha documentado como crímenes extrajudiciales no consta Cristhian Quimís. El joven habría cumplido 27 años en enero, si dos balas no hubieran segado su vida en agosto del 2010.
La breve persecución terminó en un solar baldío, frente a unas solitarias escalinatas de cemento.
El programa de protección de víctimas y testigos en Ecuador debería administrarse independientemente de la Policía y de la Fiscalía.