La pequeña casa estaba ubicada al fondo de una calle de tierra. Las ventanas no tenían vidrios, pero sí unas rejas de metal. El techo estaba compuesto por láminas de aluminio y en el interior había cuatro habitaciones pequeñas. Allí vivían 60 chicos, entre 17 y 30 años. Todos tenían problemas de consumo de drogas y llegaron a ese sitio para supuestamente iniciar un proceso de rehabilitación.
Fue uno de los centros temporales que el Municipio de Guayaquil abrió de emergencia en mayo, para cubrir el déficit en el sistema de salud pública.
Pensaron que no saldría de ese hospital. Antes de ingresar por séptima vez a un centro de tratamiento de adicciones, Javier sufrió una sobredosis de H. “Lo desahuciaron, pero resistió”, recuerda Sandra Ramírez, quien tiene la imagen de su hijo plasmada en la camiseta negra que lleva puesta.
Ronald luce encorvado, escuálido; el dolor casi no le permite caminar y una tos aguda lo deja sin aliento. Hace unos días atravesaba el síndrome de abstinencia por la droga H, en una casa de acogida en el sur de Guayaquil. Soportó estos difíciles efectos solo con analgésicos y agua. “Esto no se lo deseo ni a mi peor enemigo”.
Joel, Jeremy y Tatiana no pasan de los 21 años. Aún cursaban el colegio cuando consumieron por primera vez la droga H; desde entonces han seguido largos y distintos tratamientos, entre recaídas y progresos.
La familia de Anthony intentó retenerlo en casa, llevarlo a consultas y en cuatro ocasiones lo internó en centros de tratamiento. En diciembre de 2018 fue la última vez que ingresó a la clínica del suburbio guayaquileño, donde murió junto a un primo y otros 16 jóvenes.
El consumo de drogas preocupa en Colombia y Ecuador. En ambos países se anunciaron medidas desde lo policial y legal. El presidente de Colombia, Iván Duque, autorizó el 23 de septiembre a la Policía a decomisar dosis mínimas de droga en espacios públicos, que en ese país no constituye delito.
Los 15 días antes del parto fueron un tormento. El dolor corría por dentro de sus huesos, le quemaba la espalda, había perdido el apetito y sentía que la cabeza le estallaría.
Con apenas 20 años de edad, la madre de un niño de 2 permaneció encadenada hasta hace quince días en la sala de su vivienda en el populoso sector de la Prosperina, en el noroeste de Guayaquil. Ella, hasta hace poco, era consumidora de la conocida droga H y sus padres tomaron esa dura decisión para evitar que escapara para adquirir el estupefaciente.
La denominada droga H se compone de heroína en distintos porcentajes y en su fórmula además incluye otros ocho elementos. Estos datos se recabaron en un estudio que realizó la Secretaría Técnica de Drogas (Seted) entre 2016 y 2017.
Apenas tiene 6 años de edad y en el 2016 ingresó a la sala de Emergencias del Instituto de Neurociencias de Guayaquil. Allí, los médicos lo conocían como Carlitos y los galenos saben que un familiar llevó al menor a ese sitio, porque presentaba una insuficiencia respiratoria. Luego de ser tratado, los especialistas hallaron en su organismo residuos de la denominada droga H.
Las primeras investigaciones de laboratorio comenzaron en el 2014. Entre ese año y el 2016, los químicos farmacéuticos que operan en el Centro Científico de la Secretaría de Drogas encontraron que la droga H está compuesta básicamente por heroína, cafeína y diltiazem, una sustancia utilizada para tratar la hipertensión.
Los nombres se vuelven comunes entre los adolescentes. Los llaman mariachi y capuchino. Estas no son más que denominaciones que las mafias dan a las nuevas drogas que obtienen al mezclar heroína, cocaína o marihuana.
La agenda del presidente Rafael Correa en Guayaquil comenzó este martes 2 de agosto del 2016 en el nuevo centro de acogida Libertadores, en el km. 6,5 de la vía a la Costa. Aquí, los ministerios de Inclusión Social y Salud darán tratamiento a adolescentes con problemas de consumo de drogas.
Su tiempo pasa entre las tareas de física y un libro de ‘Narcóticos Anónimos’ que empezó a leer en esta semana. Ángel quiere terminar el bachillerato, pero también quiere comprender por qué es tan difícil dejar las drogas, una lucha que mantiene desde los 13 años.
A Ruth le molesta el nombre que hace tres meses le impusieron al barrio donde vive hace 10 años. “Le dicen ‘Zona H’ y debe ser por esa droga que estaba matando a nuestros niños -dice enojada-. Pero esta es la zona donde estamos recuperando lo que se había perdido”.
Dejaron los uniformes y la formalidad para enfrentarse en un partido de baloncesto. El gobernador del Guayas, Julio César Quiñónez; y la coronel Tannya Varela, comandante de la zona 8 de la Policía, fueron los líderes de sus equipos. Entre pases fallidos y canastas esporádicas, recibieron el apoyo de los moradores del bloque 3 de Flor de Bastión, quienes los alentaban desde las gradas.
Es el Bloque 4 de la Cooperativa Flor de Bastión. Ese es el nombre oficial de este sector que se encuentra en el noroeste de Guayaquil. Pero por el consumo de narcóticos en este lugar, los vecinos incluso llegaron a denominarlo ‘Zona H’.