Lo social, la música, la amistad y la obra de artistas y fotógrafos coparon las historias de lo real
Año a año, las carteleras de las salas del país reciben más películas documentales nacionales, el 2014 lo ratificó. Así lo han afirmado tanto directores como José Guayasamín, autor de ‘Carlitos’, así como el director del Consejo Nacional de Cinematografía Juan Martín Cueva y espectadores como el escritor Pablo Cuvi, que hizo varias observaciones sobre el documental local en este Diario, en abril pasado.
En ese sentido, el año que termina ha sido fructífero por la producción que ha visto la luz pública en cines comerciales, salas independientes o en los circuitos de festivales e incluso por programas de fomento como DocTv Latinoamérica; como lo hizo ‘El secreto de la luz’ de Rafael Barriga y Mayfe Ortega, estrenado en la televisión pública ecuatoriana.
La diversidad
Los tratamientos, temas y géneros de los que se han valido los directores nacionales en este año han demostrado un cambio de lo visto anteriormente.
Por ejemplo, el futbolista Alberto Spencer tuvo su homenaje en la cinta ‘Alberto Spencer: ecuatoriano de Peñarol’, de Paúl Venegas y Nelson Scartaccini. Así como el legado y la obra del explorador y fotógrafo Rolf Blomberg en el documental de Barriga y Ortega.
En una proyección de homenaje a Guillermo Muriel se presentó el cortometraje documental ‘Las pasiones de Muriel’ de su hijo y realizador audiovisual Álvaro Muriel, poco antes del fallecimiento del maestro de la plástica.
Aunque no tuvo estreno en salas nacionales, ‘El Conejo Velasco’ de Pocho Álvarez, que se presentó en la decimotercera edición del festival internacional de documental Encuentros del Otro Cine (EDOC) también se enmarcó en esta línea temática. Su película rescata la figura del dirigente socialista Fernando Velasco Abad y su trabajo político en el agro serrano.
Si bien se ha criticado la recurrencia del realismo social en las pantallas, las miradas creadoras van tomando otros matices.
Proyectos comunitarios como los de la Asociación de Productores Audiovisuales Kichwas (APAK) de Otavalo con el canal de televisión de la Universidad Técnica del Norte, o documentales como ‘Comuna Engabao’ de Libertad Gills o ‘A un dólar, a un dólar’ de María Aguilera Reche y Miguel Narváez, pusieron en escena conflictos sociales poco visibles para la opinión pública, desde distintos puntos de vista.
Aunque las películas de Gills y de Aguilera y Narváez hayan recorrido salas comerciales e independientes, los EDOC también mostraron proyectos de documentales sociales, como ‘Secretos del Yasuní’ de Carlos Andrés Vera.
En el caso de ‘La Tola Box’, de Pável Quevedo Ullauri, su película roza lo social al retratar las historias de los pupilos del pugilismo quiteño del barrio La Tola, pero también se perfiló como un documental que quiere rescatar al box como deporte.
Otros alientos
Además de los estrenos en carteleras, el documental ecuatoriano recorre otros festivales como el de La Orquídea en Cuenca y La imagen de los pueblos, con varias sedes al norte del país.
No obstante, la expansión de la producción nacional se ha sentido en la variedad de propuestas que instituciones como el Consejo Nacional de Cinematografía o la Cinemateca Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana han puesto en marcha.
Talleres con directores, productores y guionistas extranjeros y nacionales, así como encuentros internacionales han sido espacios para la formación complementaria para documentalistas, realizadores audiovisuales y cinéfilos.
Si la capacitación técnica se reforzó este 2014, las reflexiones teóricas sobre la práctica documental no quedaron atrás.
Muestra de ello fue la publicación de ‘El documental en la era de la complejidad’, editado por el académico Christian León. El libro recopiló las conferencias del primer Coloquio Internacional de Cine Documental en mayo de 2013. Dicho así, el documental ecuatoriano no deja el impulso que ha tomado por varios años.