@VicenteAlbornoz
En el Ecuador tendemos a utilizar el indicador de pobreza para medir el progreso social. Si bien ese es un dato que dice mucho sobre los avances del país, hay otros más profundos, que pueden reflejar mucho más que la pobreza. Uno de esos es la desnutrición infantil y en los últimos años dejamos de avanzar en esa área.
Para calcular la “incidencia de la pobreza” se hace una encuesta en la que solo se necesitan dos datos de cada familia: cuánto gana y cuántos miembros tiene. Por eso es que desde 1988 existe información de pobreza para casi todos los años.
Evidentemente, medir desnutrición infantil es mucho más complejo porque se necesita ubicar a los guaguas de cada hogar, averiguar sus edades, medirlos y pesarlos. Por eso hay información menos frecuente. Pero un dato de desnutrición es como más profundo, como que refleja más de la realidad y de los avances que la simple pobreza. Y, como ya se señaló, es triste haber dejado de avanzar.
La última Encuesta de Condiciones de Vida (2014) señala que el 24% de los menores de 5 años sufría de desnutrición crónica infantil. En otras palabras, uno de cada cuatro niños en el país era significativamente más pequeño de lo que debía ser. Esta medida es especialmente interesante porque refleja no solo como están los niños al momento de la medición, sino como han estado desde que nacieron. Por eso es tan importante ese indicador.
Lo trágico es que no se ve una reducción frente a la medición anterior: en 2006 se calculó que era 25%, o sea, en los últimos ocho años no se ha avanzado. La gran importancia del tema radica en que cuando un niño ya está desnutrido antes de los 5 años, hay una alta probabilidad de que tenga problemas en el resto de su vida (tanto de salud como cognitivos). Una alta tasa de desnutrición es casi una garantía de que los ciudadanos del futuro no van a tener igualdad de oportunidades.
¿A qué se debe este estancamiento? Hay muchos temas que analizar. Por un lado está lo económico que podría resolverse con más crecimiento (hay más niños desnutridos en las familias pobres que en las ricas, obvio), hay un tema de educación de las madres (a madres más educadas, hijos menos desnutridos), pero también hay un tema de políticas públicas.
Porque en otras épocas la desnutrición sí bajó. Según el Siise, cayó de 32% en 1999 al ya señalado 25% en 2006 (claro que eso era en tiempos de bajos precios del petróleo y de gobiernos que respetaban los equilibrios fiscales). En otras palabras, no es cuestión de recursos, sino de las políticas correctas.
Quizás las grandes campañas publicitarias aportan menos que si una persona amable se acerca a una madre y respetuosamente le convence (y no le ordena) que, por ejemplo, prepare más quinua y menos colada. Pero claro, eso requeriría una actitud más humilde de quienes hacen las políticas.