Investigadores de Malasia han desarrollado un método para transformar la fibra hallada en hojas de piña normalmente desechadas para producir materiales fuertes que se pueden utilizar para fabricar marcos para naves aéreas no pilotadas, o drones.
Máscaras para cubrir el rostro o cubículos de plástico para restaurantes. El plástico de un solo uso, al que el mundo había declarado la guerra, recobra fuerza a raíz del coronavirus, para desgracia de los ecologistas.