La indignación se apodera de una mujer que parte con las manos vacías tras esperar cinco horas frente a un supermercado para comprar pollo sin conseguirlo. La escasez, que agobia a los venezolanos desde hace más de un año, se acentúa en el interior del país. Café, aceite, harina de maíz, jabón, detergente... En Valencia, una ciudad industrial al oeste de Caracas, tienen plantas de producción importantes empresas de alimentos y otros bienes, pero la lista de los productos más escasos y codiciados es larga. El pollo es una de las joyas de la corona desde hace varios meses. Por eso es mayor la frustración de Lileana Díaz, recepcionista de la emergencia del hospital de Valencia, de 49 años. “Llegué a las cinco y media de la mañana y no he podido comprar nada. ¡No puede ser que uno tenga que trabajar y, además, ponerse a hacer estas colas (filas) para volver con las manos vacías!”, exclama Díaz. Las mujeres como Lileana son mayoría. Una de ellas cuenta que la semana pasada hubo personas que