El debate presidencial

El debate presidencial ya es anticuado, aseguran algunos analistas en EE.UU., otros piensan que perdieron importancia pero no hay otra forma de comparar las propuestas de los candidatos. Hay quien sostiene que son inútiles porque solo confirman a cada uno en su opinión y los indecisos nunca ven debates ni se interesan, por eso son indecisos. Un grupo de celebridades de radio y TV que ha redescubierto el debate, difundió una carta en la que pedía a sus fans que no vean sus programas o películas; que le den, en su lugar, noventa minutos al país y miren el debate para tomar una decisión.

El primero de los tres debates presidenciales resultó la gran sorpresa porque el presidente Obama entró como favorito y salió vapuleado por el retador Mitt Romney. Todos ensayan una explicación de por qué ganó Romney y por qué perdió Obama. Yo tengo una hipótesis. Primero por la preparación. Romney estuvo mejor preparado, tenía todas las cifras, se adelantó a responder algunos temas incómodos que le podía plantear Obama, se sentía a gusto, no cometió ningún error ni hizo aseveraciones que después tuviera que andar explicando. El lenguaje corporal decía que se sentía confiado, miraba directamente al adversario y hasta manejó al conductor del programa.

En contraste Obama estuvo irreconocible, opaco, balbuceante, asentía las declaraciones de Romney y miraba hacia abajo. Talvez le faltó preparación debido a las ocupaciones de la Casa Blanca. Talvez se ajustó demasiado al libreto de los estrategas que suelen decir que el favorito no tiene que probar nada, que tiene que limitarse a evitar errores y mantener un tono presidencial. Suele pasar con los presidentes, se acostumbran al teleprompter y cuando les falta pierden seguridad. No están acostumbrados a contestar preguntas, Obama es, entre los últimos presidentes, el que menos encuentros tiene con la prensa. Cuando alguien se les enfrenta pierden el control. Rodeados de leales, se acostumbran a decir cualquier cosa sin que nadie les corrija o cuestione. Al día siguiente dijo Obama que se había encontrado en el debate con alguien que aseguraba ser Romney… claro, era mejor. A Romney le pasó lo mismo pero con un Obama peor.

Los debates desdeñados, son un rito de la democracia estadounidense y siguen siendo debate de ideas, no de insultos. La filosofía, los planes de cada candidato quedan expuestos ante el electorado; a diferencia de otras democracias en las cuales, para ganar, se elimina contendores, se restringe información, se reduce publicidad, se cambia distritos electorales, se modifica leyes y reglamentos y si se reclama transparencia responden, como en los juegos de niños: ¿acaso eres hijo de vidriero?

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