He leído en EL COMERCIO un interesantísimo artículo del señor Fernando Tinajero, acerca del eminente músico Daniel Barenboim y su “… conciencia abierta al entendimiento entre todos los pueblos”.
Es muy grato recordar que Daniel Barenboim fue Huésped Ilustre de Quito, el 13 de agosto de 2010, con ocasión de un concierto organizado y presentado por la Fundación Filarmónica Casa de la Música, en el que él y su orquesta, West-Eastern Divan, protagonizaron uno de los momentos más destacados y emotivos vividos en nuestra ciudad.
No hay suficientes adjetivos para describir a Barenboim, posiblemente el músico más importante de nuestra época, y la excelencia de la orquesta, fruto de la iniciativa de Barenboim y de su amigo el escritor y filósofo palestino Edward Said, a la que bautizaron con el nombre de West-Eastern Divan y que reúne a jóvenes músicos árabes e israelíes como prueba, a través de la música, de la hermandad y armonía que pueden existir entre los pueblos.
El nombre de la orquesta fue tomado de la serie lírica escrita en 1819 por Goethe (West-östlicher Diwan) en la que, en 12 poemas, el poeta se inspira en la cultura árabe. El concierto que Barenboim brindó en la Casa de la Música fue uno
de aquellos que quedan grabados para siempre en la memoria e incluyó tres sinfonías de Beethoven, las números 2, 4 y 8.
He creído interesante recordar este acontecimiento, motivo de mucho orgullo y satisfacción. Barenboim siempre es noticia no solo por su música sino, muy especialmente, por sus altísimos ideales.