El gris es un color con distintas apreciaciones dentro del arte local. Para el artista quiteño Pablo Barriga es sinónimo de celebración. Cada vez que quiere hacerse un regalo pinta un cuadro de este color. Para el artista guayaquileño Daniel Adum, en cambio, el gris es sinónimo de prohibición, censura, apatía, inacción, tristeza y de mezquindad.
Hace unas semanas Daniel Adum comenzó a dejar de fumar. Y los ceniceros de su casa, inútiles ya para la ceniza del tabaco, comenzaron a llenarse de tizas. Como una forma de liberar la ansiedad empezó a dibujar la imagen de esos ceniceros. El artista plástico guayaquileño, un muralista consumado, está ahora obsesionado con pintar en tiza sobre el gris de los muros de la ciudad.
La mañana del martes 8 de diciembre del 2004, Daniel Adum recibió la llamada de un familiar que en ese entonces trabajaba en el Municipio de Guayaquil.
En ninguna pared pública de Guayaquil perduran los cuadrados y rectángulos de colores que Daniel Adum comenzó a dibujar a inicios del 2010 y concluyó hace pocas semanas. Lo hacía en paredes que encontraba olvidadas, descoloridas. El Municipio se opuso tajantemente a su iniciativa y pintó de plomo en todos los sitios donde había deambulado su brocha.