Babeando con sangre, la mirada perdida, Yeferson balbucea palabras extrañas: supuestamente está poseído. Entre sorbos de licor, bocanadas de tabaco y escupitajos comienza en una montaña del noroeste de Venezuela el ritual adonde santeros y espiritistas van a pedir salud y ayuda ante las penurias cotidianas.
Una niña envuelta en un sudario blanco yace en una esquina del cementerio de la isla griega de Mitilene. Se ahogó el 20 de septiembre y no se encontró a su familia. Unos voluntarios la acompañan en el final de un viaje que debía llevarla al norte de Europa.
“El Aid al Adha era el momento más importante y feliz para mi familia. Ya no lo es”, afirma Cecilia tapándose la cara con las manos mientras su hermano la consuela. Están en un campo croata, de camino a Europa occidental.
Cuatro estados de la Unión Europea (UE), República Checa, Hungría, Rumanía y Eslovaquia, encabezan la ruptura del bloque entre el este y el oeste después de votar en contra de un controvertido acuerdo adoptado el martes para repartir a 120 000 refugiados.
Los conflictos armados y la inestabilidad política que expulsan a cientos de miles de refugiados a Europa se originaron en gran parte en las intervenciones militares que Estados Unidos y sus aliados protagonizaron para generar un cambio de régimen en Afganistán, Iraq, Libia y Siria, entre otros.
Al otro lado del teléfono, se oye la voz angustiada de una mujer, atrapada en un islote griego sin agua ni comida. Desde Estrasburgo, en el este de Francia, Hatem Gheribi le contesta. Hoy se encarga de atender las llamadas para la red de ayuda a los migrantes “Watch the Med”.
Cuando un ataque a un muñeco inflable llega a las portadas de los diarios, no es difícil anticipar nuevos vaivenes de la crisis política que sacude a Brasil.
Luego de ocho días de que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, cerrara la frontera con Colombia en el sector de Táchira, la circulación de vehículos y transporte de pasajeros aún continúa suspendida. La medida que prohibe el ingreso de colombianos a Venezuela también restringe el acceso de buses internacionales que llevan pasajeros desde países como Perú y Ecuador.
¿Son “inmigrantes”, “refugiados” o “clandestinos” ? ¿Puede hablarse de “crisis migratoria” ante la llegada a Europa de miles de hombres, mujeres y niños que huyen de las guerras, las persecuciones o la miseria en Oriente Medio o África? La elección de las palabras no es neutra.
Un clima de frustración y malestar se vivía este lunes en Guatemala ante la negativa de renunciar al cargo del presidente Otto Pérez, acusado por la Fiscalía de encabezar una red de defraudación fiscal en las aduanas. Jorge Briz, presidente del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), que aglutina al empresariado, lamentó la postura del gobernante porque “ofende la inteligencia” y le falta el respeto a la población. Asimismo rechazó las declaraciones del mandatario en las que acusa a los empresarios de pagar sobornos en las aduanas. El pasado viernes, cuando la Fiscalía y una comisión de la ONU contra la impunidad vincularon al presidente con esa estructura ilegal, Briz pidió su renuncia en nombre de los empresarios. La fundación de la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú también demandó la renuncia del presidente, al tiempo que instó a los ciudadanos a “seguir defendiendo la dignidad y la justicia, mantener la unidad en la lucha
La indignación se apodera de una mujer que parte con las manos vacías tras esperar cinco horas frente a un supermercado para comprar pollo sin conseguirlo. La escasez, que agobia a los venezolanos desde hace más de un año, se acentúa en el interior del país. Café, aceite, harina de maíz, jabón, detergente... En Valencia, una ciudad industrial al oeste de Caracas, tienen plantas de producción importantes empresas de alimentos y otros bienes, pero la lista de los productos más escasos y codiciados es larga. El pollo es una de las joyas de la corona desde hace varios meses. Por eso es mayor la frustración de Lileana Díaz, recepcionista de la emergencia del hospital de Valencia, de 49 años. “Llegué a las cinco y media de la mañana y no he podido comprar nada. ¡No puede ser que uno tenga que trabajar y, además, ponerse a hacer estas colas (filas) para volver con las manos vacías!”, exclama Díaz. Las mujeres como Lileana son mayoría. Una de ellas cuenta que la semana pasada hubo personas que
Albergues para refugiados en el paseo marítimo o embarcaciones llenas de inmigrantes ante las costas italianas: muchos empresarios del sector turístico y dueños de restaurantes del país mediterráneo temen que este escenario provoque pérdidas en la estación veraniega. La llegada de inmigrantes sin precedentes a Italia este año y la acogida en centros tradicionales de vacaciones pueden poner en riesgo la temporada turística, se queja el presidente de la región de Véneto Luca Zaia. La preocupación no es banal, pues el sector turístico es un importante pilar para la economía italiana, que lucha por salir de la recesión. Y el verano supone el momento en que se hacen los mayores negocios, sobre todo en las localidades costeras del país. Casi tres cuartas partes de todas las pernoctaciones del año de los italianos fuera de casa corresponden a los meses de verano, sobre todo a agosto, lo que supone la mayor concentración en un periodo concreto en toda Europa. La mayoría de los turistas viajan