CORAZÓN ANDINO, una travesía ecuatoriana de principio a fin

Daniel Mendieta evidencian su regreso del Perú

Daniel Mendieta evidencian su regreso del Perú

Entre marzo y noviembre, Daniel Mendieta cumplió con su objetivo de recorrer el país en un vehículo Andino de 1975.

Después de ver un Andino pick-up estacionado afuera de una clínica ambateña durante cuatro días seguidos, a Daniel Mendieta le despertó la curiosidad. La quinta vez decidió acercarse para conocer algo más del primer vehículo ecuatoriano, producido desde 1973.

Mendieta es un diseñador industrial de 34 años, fascinado por los sistemas mecánicos más elementales. Por eso la extrema sencillez del Andino llamó tanto su atención que le motivó a esperar al dueño del vehículo para proponerle que se lo vendiera.

A pesar de su negativa inicial, el propietario pronto tuvo una necesidad económica que atender y accedió a negociarlo. Se trataba de un ejemplar fabricado en 1975 que, a pesar de que funcionaba, tenía muchos problemas mecánicos, de chasís y de carrocería debido al paso del tiempo y a los malos mantenimientos que había recibido.

El nuevo propietario sabía que el auto necesitaba una restauración integral, pero no imaginaba que ese trabajo iba a requerir mucho más tiempo y dinero de lo que inicialmente estimó.

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Con la ayuda de dos operarios de su taller dedicado a la fabricación de mobiliario y de un ingeniero mecánico amigo, se dio a la tarea de arreglar la estructura, las latas y los sistemas mecánicos del maltratado Andino.

Mendieta tenía la intención de participar con el auto en el desfile de las Frutas y las Flores del 2010 en su ciudad y después viajar a la playa, recorriendo la Ruta del Sol. No obstante, la reconstrucción del auto tardó un año más de lo previsto.

Durante ese tiempo, la suma de ideas de amigos y familiares le motivó a planear a un recorrido por las 23 provincias del Ecuador continental. Con ese propósito en mente, decidió colocar un furgón en lugar del cajón del Andino. Así podría llevar sus pertenencias de una manera más segura y, eventualmente, hasta pasar la noche en el vehículo.

Corazón Andino fue el nombre atribuido al proyecto, como un juego de palabras en el que Andino hacía alusión al vehículo y a las características del territorio nacional, mientras que Corazón se refería al componente emocional que lo haría posible.

Daniel había conseguido el apoyo económico de algunas empresas privadas, especialmente de amigos, pero tuvo que invertir gran parte del dinero obtenido en el arreglo de las recurrentes fallas que iban apareciendo en el Andino.

Luego de resolver los problemas del auto, con un presupuesto de apenas USD 150, Mendieta y su copiloto, amigo y compañero de trabajo Mauricio López se embarcaron hacia el norte del país, en marzo.

Latacunga y la provincia de Cotopaxi fueron su primer destino. El primer inconveniente mecánico se presentó en Lasso, cuando el motor del Andino no quiso arrancar. Sin embargo, después de pasar tanto tiempo en las mecánicas, Daniel había aprendido mucho sobre el auto y ya era capaz de hacer ciertos arreglos por su cuenta.

Mendieta reconoce que un reportaje en televisión sobre su aventura, durante su paso por Quito, les dio notoriedad. "La gente se nos acercaba a conversar, a tomarse fotos y a ofrecernos ayudas que iban desde comprarnos unos adhesivos con los que financiábamos parte de los gastos hasta brindarnos un plato de comida", indica.

Esa notoriedad fue de mucha ayuda en la vuelta por Imbabura, Carchi, Esmeraldas, el norte de Manabí, Pichincha, Napo, Sucumbíos, Orellana, Pastaza y Morona Santiago, sus siguientes puntos de paso.

Desde Macas decidieron volver a Ambato unos días para reabrir el taller, realizar algunos trabajos y obtener dinero para financiar una segunda parte de la travesía.
Esta vez, la Panamericana Sur los llevó a Chimborazo, Cañar, Azuay, Loja y Zamora Chinchipe, donde el auto sufrió un daño de consideración y debió regresar a Ambato embarcado en un remolque.

Una vez arreglado el daño, Mendieta continuó solo la tercera y última parte del viaje a través de las provincias de Bolívar, Guayas, y El Oro, dejando el paso por Los Ríos para el retorno hacia Ambato, a donde llegó el pasado jueves 3 de noviembre.

El cumplimiento del objetivo le dejó una gran satisfacción, y un profundo agradecimiento con su familia y con todos quienes apoyaron su iniciativa de distintas maneras.

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