Alberto Montt es tal cual su trabajo gráfico: fuerte, divertido y tiene una opinión para todo (de hecho, le cuesta mantenerse en silencio). En cambio Christian Montenegro es suave, sin llegar a ser retraído, pero digamos que en términos cromáticos es un celeste; como su gráfica, su pensamiento es elegante.
En una conversación, lograda pocas horas antes de que partan para Argentina, ambos ilustradores, pertenecientes a la crema y nata latinoamericana del ramo, repasan su trabajo y su forma de ver el mundo. Un privilegio.
¿Se sienten vedettes?
Alberto Montt: Yo no.
Los ilustradores, ahora que el Internet ayuda a difundir su trabajo, son muy visibles.
Christian Montenegro: Por ahí hay un mayor consumo de ilustración, y se extendió la necesidad de gráfica en Latinoamérica.
AM: Sí, hay una explosión post Internet; cuando la gente empieza a decidir lo que consume y el mercado se da cuenta de que la gente consume mucha gráfica comienza a generarse una necesidad. Antes la ilustración era vista más como esta cosa para chicos.
Y ahora son una especie de estrellas de rock…
AM y CM: ¡Noooo!
AM: Nunca nadie me hizo firmar ningún pecho.
Todavía. Pero en sus presentaciones el auditorio no daba abasto, quizá porque han adquirido una categoría distinta, como de artistas.
AM: No de artistas, porque la gente no va a ver artistas. Lo rico de la ilustración es ese espacio intermedio entre el arte y el ser humano. Hay una identificación se genera un vínculo.
CM: En el humor gráfico el autor trabaja con su personalidad, y eso genera otro tipo de conexiones.
AM: Por ejemplo Gary Baseman es un rock star absoluto. Sí, es verdad que hay ciertos ilustradores que son rock stars, como Liniers.
Fontanarrosa.
AM: Totalmente, también Quino. Estuve en la Feria del Libro de Buenos Aires de este año y llegó Quino, que ya no dibuja, que tiene un glaucoma que lo mata. Entró y toda la feria se volcó en torno a él, con devoción. Es más que un rock star, porque ves que la gente dice: tú me ayudaste a pensar, o piensas como yo, o me gusta tu cerebro.
Es más claro que Montt hace opinión, ¿Christian?
CM: El trabajo del que vivo es más un servicio, pero claro que no toda mi obra es así. Por ejemplo, me dan muchos temas económicos y a mí la economía me importa nada y, es más, no la entiendo, pero tengo que dar una respuesta visual. Alberto trabaja con sus contenidos. Es como Quino, que opina y es un pensador gráfico.
Son columnistas gráficos.
AM: Es eso. Fontanarrosa no hacía humor gráfico, hacía columnas. En muchas de las cosas que lees en Quino, Fontanarrosa o Liniers el dibujo está supeditado al texto. Si hacen la misma idea con muñecos de palitos, igual la idea va a tener peso.
¿Qué temas no les atraen?
CM: A veces aunque no te interese te ves obligado a tratar un tema y luego le extraes algo. Por ejemplo, yo no me iba a poner a ilustrar la teoría del Big Bang ni las de Stephen Hawking, que son un delirio, pero me salió una ilustración que me gusta mucho; la hice hace unos seis años para New Scientist y todavía me representa como ilustrador.
AM: Pasa como con los barrios en una ciudad; uno se mueve por ciertos barrios y nunca va a otros, pero comienza a entrar por alguna razón en otros y descubre casas increíbles. La ilustración es un poco así, no hay barrios en los que no quieras entrar, sino que hay sitios en los que te sientes más cómodo; sales de la zona de confort y descubres que hay todo un espacio para desarrollar. En mi caso no hay temas que no me interesen tocar.
¿Tienen personajes de su creación que les gusten más?
CM: Me gusta hacer unos tipitos con sombrero de copa, que son esos magnates de 1920, en un sentido irónico. Los meto en ilustraciones relacionadas con las finanzas, porque me parecen siniestros. Pero no trabajo con personajes.
AM: Me gustan mucho los vampiros, dios y el diablo, las vacas.
¿Quién hubiera sido Alberto Montt si no se iba a Chile?
No sé. Veo la gente que dejé aquí hace tiempo y todos han hecho caminos interesantes. No es un tema de fronteras. Pero si pienso por qué llegué a este momento hubo muchas cosas que se dieron en Chile.
¿Había otro camino posible para Christian Montenegro?
AM: La trata de blancas (risas).
CM: Yo estaba estudiando para técnico aeronáutico porque me encantaban los aviones, pero siempre dibujé y me dieron el dato de alguien que hacía historieta y fui a verlo. Ahí todo cambió.
AM: Volviendo a Ecuador, acá el espacio es claustrofóbico. Mis grandes dolores al dejar Ecuador durante el primer año, se convirtieron en mis verdaderas pasiones al año siguiente.
¿Cuáles?
No contar con un círculo de apoyo, el anonimato, eso de que salías a la calle y las posibilidades de encontrarte con alguien eran cero, la posibilidad de comenzar una relación con una niña y que no sea la prima del hermano de ex amigo es delicioso. Al principio es difícil.
¿Esa especie de orfandad social te obligó a salir a flote?
Sí, me hizo nadar por mis propios medios. Eso es increíble.
¿De qué se nutren? ¿Qué leen, escuchan, ven?
AM: Wikipedia (en broma). Leo mucho ensayo, me gustan Eco, Hitchens, Dawkins; trato de consumir mucha belleza, desde la comida hasta la música. Estar en Quito es consumir belleza. Y ahora escucho mucho tango. En el cine no pongo filtro, consumo desde ‘Abraham Lincoln, cazador de vampiros’ hasta Kiarostami.
CM: Todo me interesa, ahora estoy con ensayos sobre imagen. Para el proyecto de historia argentina leí estudios afro en Buenos Aires, pasando por las bases del Peronismo, hasta ensayos sobre la conquista de América… Un ilustrador no solo se nutre de ver dibujos, ni solo tiene que dedicarse a dibujar. Si te nutres de muchas cosas, tu cerebro deja de ver todo acomodado y empieza a analizar lo que ve y construye discursos. En cine, soy más exquisito, por ejemplo, me gusta Tarkovsky. Y con Alberto he descubierto la salsa y ahora la escucho.
Alberto Montt
Nació en Quito,hace 40 años, pero también tiene la nacionalidad chilena; vive en Chile hace 14 años. Publica con Ediciones de la Flor (y amenaza con nacionalizarse argentino). Su blog: dosisdiarias.com
Christian Montenegro
Es argentino,nació en 1972. Actualmente es considerado uno de los ilustradores más talentosos de su país. Su trabajo ha sido publicado en varios medios en Argentina y el exterior.