No hay justificación posible para que en la calificación de aspirantes a cargos públicos se regalen hasta 10 puntos adicionales a personas cuyo único ‘mérito’ para recibirlos sea el pertenecer a razas o grupos étnicos diversos a la raza blanca.
Nuestra realidad es un crisol de pueblos y razas en donde predomina el mestizaje y lo que se está haciendo es una discriminación descarada, con una especie de ‘racismo a la inversa’. ¿No éramos -según el mandato constitucional- todos iguales ante la Ley? ¿O hay unos que son‘ más iguales’ que otros?
Imaginemos (por absurdo que parezca) que en los Juegos Olímpicos se estableciera que para la final de los 100 m planos se conceda una ventaja de 5 m a los hindúes y a los polinesios; de 3 m a los chinos y a los africanos y se penalice con 2 m a los blancos altos de ojos azules. Todos gritaríamos al escándalo.
Algo semejante es lo que se está haciendo con estos llamados ‘Concursos de Merecimientos’, que resultan abominables, porque implícitamente se reconoce que los favorecidos no tienen la misma preparación de los demás ni los igualan en méritos académicos y capacidades, razón por la cual necesitan esta obscena ayuda.
Esto es, sin duda alguna, un ‘racismo a la inversa’ y los beneficiados con este método, si tuvieran un mínimo de dignidad y amor propio, deberían dejar la ansiedad por conseguir el ‘puestito’ y rechazar, indignados, los ultrajantes obsequios.
Igual da que estas selecciones se las haga a dedo o que se llamen ‘Concursos de…ADN’.