La comida afro del valle del Chota ahora es más apetecida

La semana anterior se hizo una exhibición de algunos de los platillos tradicionales afroecuatorianos. La degustación se realizó en el Centro Cultural de El Juncal. Se entregó el recetario. Foto: EL COMERCIO

La semana anterior se hizo una exhibición de algunos de los platillos tradicionales afroecuatorianos. La degustación se realizó en el Centro Cultural de El Juncal. Se entregó el recetario. Foto: EL COMERCIO

La semana anterior se hizo una exhibición de algunos de los platillos tradicionales afroecuatorianos. La degustación se realizó en el Centro Cultural de El Juncal. Se entregó el recetario. Foto: EL COMERCIO

El aroma de la menestra de guandul (variedad de fréjol), que escapa de un plato humeante con arroz y chuleta, seduce.
Este menú es uno de los platos emblemáticos de la cocina afroecuatoriana del valle del Chota, que enlaza a las provincias de Imbabura y Carchi.

“Nuestra comida se prepara con la yuca, el camote, el plátano y los granos que se cultivan en nuestras chacras”. Así explica Olga Palacios, de 33 años, presidenta de la Asociación Aroma Caliente, que se creó en la comunidad de El Juncal, perteneciente al cantón Ibarra.

Esta organización, integrada por 20 mujeres, presentó el recetario: Comida Afrochoteña.

Es una investigación sobre los saberes culinarios de esta zona cálida del país, que contó con la colaboración de Médicos del Mundo, una organización de España y la Universidad Técnica del Norte (UTN).

Con estas recetas queremos que las nuevas generaciones, no solo de afros sino de todo el país, conozcan las comidas de nuestras madres y abuelas, relata Anabela Suárez.

Ella también integra la asociación, que hizo la recopilación de la información gastronómica durante tres meses. Suárez explica, entre risas, que aprendió los “toques” secretos de su madre Ismeria Palacios.

En el texto de 40 páginas se explican los ingredientes y la manera de preparar las sopas, platos principales, dulces y bebidas. Entre los más populares están los caldos de Picadillo y la Mano’e mono. El primero se elabora con un plátano verde pequeño, picado en cuadritos, que crece en el valle del Chota.

También se utilizan arveja seca, col, zanahoria, entre otros.
La Mano’e mono, en cambio, tiene camote, fréjol tierno, col… Es decir, productos del frío andino y subtropical que se cultivan en Imbabura.

Al menú se suman postres, coladas y dulces preparados con frutas como papaya, guayaba... que florecen en el Chota.

Olga Palacios está convencida que estos manjares típicos serán uno de los ganchos en el proyecto de turismo comunitario, que también emprendieron desde este año.

Por lo pronto, en El Juncal varias familias acondicionaron sus casas para acoger a turistas. Tienen 15 plazas de capacidad.
La comida afrochoteña gana fama en la región. Bolívar Guerrero, propietario de la Hostería Ecológica Santuario del Agua, situada en Lita, entre Imbabura y Esmeraldas, por ejemplo, está interesado en tender vínculos con las emprendedoras de El Juncal.

Una de las propuestas de su negocio es ofrecer una alimentación propia de la región, principalmente a los turistas extranjeros.
Pero no es el único que confía en la potencialidad de la comida afrochoteña. En la parroquia de Salinas (Ibarra), las mujeres de la organización comunitaria Palenque también ofrecen este menú diferente en el centro gastronómico del mismo nombre, abierto hace cuatro años.

Ellas fusionan los productos como yuca o camote con platos gourmet. Ahí, ocho mujeres se han especializado en la gastronomía de la zona.

Cada semana llegan a este poblado entre 400 y 500 visitantes a bordo del tren, tras recorrer la ruta de La Libertad que enlaza a Ibarra con Salinas.

Karina Mena, especialista del Centro Gastronómico Palenque, comenta que unas debilidades de los viajeros, especialmente extranjeros, son las hojuelas de camote o yuca. Esta entrada es servida con una sopa de quinua.

Anderson Maldonado, dirigente de la organización comunitaria Palenque, explica que se han dictado varios cursos de cocina gracias a las operadoras que traen turistas a la ruta ferroviaria de La Libertad.

Esto ha permitido innovar el menú del restaurante que tiene capacidad para 120 personas.Hay platos entre USD 4 y 10.
Con la ampliación de la Ruta de la Libertad, desde Otavalo hasta Salinas, tienen previsto abrir el Palenque II.

Mery Maliza, catedrática de la UTN, fue la encargada de la revisión de los testimonios recopilados. También hizo varios aportes a la obra.

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