Hemos visto últimamente con satisfacción una campaña publicitaria, para incentivarnos a reconocer la identidad del país con sus propias huellas digitales, que nos induce a conocer primero el Ecuador, que nos aconseja a consumir primero lo nuestro; esto es positivo aunque tiene exageraciones más similares al siglo pasado que a los actuales momentos.
Sin embargo, nos remuerde la conciencia, el ver que este mismo interés positivo y buena predisposición, cambia fundamentalmente cuando se trata de defender y de incentivar al activo más importante que tiene el país, cuando se trata de cuidar el recurso primordial del Ecuador, que es su gente.
Nos preguntamos ¿por qué su excelencia, el Jefe de Estado, monta en cólera y trata a los médicos de egoístas, malos ecuatorianos, que tratan de desestabilizar al gobierno?, cuando lo único por lo que pelean, es porque no se los catalogue como delincuentes, y no vivir con la incertidumbre de ver su nombre, su honor y su profesión pendientes de la interpretación subjetiva de unos jueces que todos sabemos la inclinación que tienen.
En fin cosas de la revolución ciudadana.