Como no podía ser de otra manera, el escritor Óscar Vela Descalzo, en su artículo ‘Los libros del 2015’ publicado el domingo reciente en EL COMERCIO, no menciona el suyo, ‘Todo ese ayer’, que a mi modo de entender es uno de los mejores libros ecuatorianos de los últimos años, así lo expresan críticos nacionales y colombianos. Alguna vez comenté esa novela en esta columna porque me impactó profundamente: retrata muy bien a la clase media quiteña, recoge un período de la historia trágica del siglo XX en Argentina, traslada personajes reales a la actualidad y narra con mucho realismo algunos lugares, calles del Quito de hace dos o tres décadas. A propósito, la descripción de ciudades, sus cafeterías, restaurantes y callejuelas acompañan siempre a las novelas de escritores franceses, españoles y argentinos.
Resulta inimaginable que un país suscriptor de la Carta de Naciones Unidas, que debe su existencia precisamente a una resolución de la organización universal, decida por ley oponerse al funcionamiento de organizaciones ciudadanas que promueven la paz regional y mundial –razón de ser de la ONU- en su país con el pretexto de conocer las fuentes de su financiamiento. Pues ese país es Israel.
A los jóvenes militantes del Partido Comunista Ecuatoriano, en los años 80, el líder, cuyo nombre no interesa en este momento, decía que la historia no se toma vacaciones. Era julio y los estudiantes secundarios se dedicarían a cualquier cosa menos a la militancia. Al local del partido solo iban los fervorosos que ya parecían religiosos. Eran pocos. La historia sabía tener vacaciones.
En nuestro país, que ha sido gobernado durante nueve años por un economista profesional con un título de alto nivel o PhD, parece imposible que lleguemos al 2016 con una crisis producto de la iliquidez de la caja fiscal.
Casi un millón de personas cruzaron el mar Mediterráneo como refugiadas o como migrantes el 2015. Los conflictos en Siria y otras partes del mundo profundizan el sufrimiento humano; probablemente 2015 siente un precedente en materia de desplazamientos forzados, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Se agotó. La dinámica de una economía sustentada en el petróleo y el alto gasto público permitió construir un estado de propaganda.
‘Verdugo” llamaba Juan Montalvo al déspota que condenaba sus escritos, que lo mantuvo exilado, que quemaba periódicos y perseguía periodistas, que alquilaba escritores para que lo defiendan. Montalvo no lo hacía por venganza sino por sanidad nacional. Porque los déspotas no solo hacen daño a las personas, sino a la sociedad, ya que tratan de corromper a los pueblos. Los déspotas son muy peligrosos porque sus picardías duran más que sus gobiernos. Tradicionalmente, el verdugo es el hombre que se encarga de matar a la gente, de amenazarla, de torturarla. Casi siempre lo hace con la cara tapada con una capucha porque tiene miedo de que lo reconozcan. Por ello, con el tiempo se llamó verdugos a los malos gobernantes que agreden a su propio pueblo. El mayor periodista y filósofo del Ecuador, Juan Montalvo, llamaba verdugo a Ignacio de Veintemilla, un dictador que se mantuvo en el poder por más de ocho años, con la “dictadura del robo”. Montalvo dejó una gran herencia de dignidad y de democr
Laconducta irresponsable pasa factura más temprano que tarde. Sea privada o pública. Es lo que está pasando en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
maguirreelcomercio.org Dejaron de hacerse de aserrín y ropa vieja. Las máscaras ya no son de los políticos de turno. Se les fue el humor, quemado en algún año pasado, evitando malestar en los susceptibles revolucionarios, incapaces de reírse de sí mismos. Una pena, porque los monigotes de la sátira política cambiaron por los monigotes venidos del mismísimo imperio yanqui, de la dominante y alienante caja boba (la tele): ahora los años viejos son los héroes de Marvel, monstruos y transformers, pitufos azules, princesas de Disney, ratones Mickey y los Minions, esos que tienen solo un ojo.
ftinajero@elcomercio.org Desde tiempos tan remotos que se pierden en el origen de su especie, los seres humanos parecen haber sentido una fascinación irresistible por el círculo. El Diccionario de los Símbolos, de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant (Robert Laffont et Éd. Jupiter, París, 1969), registra las diversas interpretaciones hechas de esa figura en los más lejanos pueblos de Asia y Europa, e incluye alguna de los indígenas Dakota, en Norteamérica, pero no dice una palabra sobre los pueblos maya y kechwa, menos aún de los demás habitantes originarios del subcontinente sudamericano.
rfierro@elcomercio.org Sí: para nosotros, los viejitos, un año que termina es un año más que hemos vivido. Estuve a visitarle a Rubén Larrea, el amigo de toda la vida, el que me queda. Rodrigo ¿no te parece fantástico que hayamos llegado al 2016? Debí darle la razón. Prosiguió con la más genuina picaresca de factura andina. Tranquilos, Rodrigo, tranquilos. Ya no existe purgatorio, según asegura nuestro papa Francisquito.
anegrete@elcomercio.org Cuando las circunstancias apremian o son urgentes, la política exterior de América Latina, en vez de continuar un ritmo continuado y coherente, inexplicablemente sigue una ruta cardíaca: sístole y diástole. Acaba de suceder en estas semanas.
Como quiteños, nuestras actividades cotidianas, queramos o no, están atravesadas por las decisiones y acciones que tomará durante el 2016 la actual administración municipal, a través del Alcalde, los concejales, gerentes de las empresas metropolitanas, administradores zonales y demás funcionarios municipales. De ellos esperamos que realicen un trabajo idóneo, más todavía, al inicio de un nuevo año.
Columnista invitado De mediana estatura, delgado, enérgico y cordial, orgullosamente sencillo como todo el que padece hondos ideales, solidario y sensible, ponderado y transparente, Enrique Ayala Mora es uno de los más claros historiadores y pensadores latinoamericanos. Orador de fuste, utopista empedernido, ejecutor de sueños imposibles, político que honra esa práctica, comprometido con las causas más nobles de nuestra patria, pertenece a esa estirpe en extinción de ecuatorianos de veras ilustres que han engrandecido al país con su vida y su obra.
Patricia Grogg Activistas e investigadoras dedicadas al estudio de la violencia de género en Cuba consideran cada vez más necesaria una ley integral que proteja a las víctimas y prevenga el flagelo, ignorado públicamente hasta hace pocos años en este país caribeño.
smantilla@elcomercio.org El 2015 fue un año difícil para el Ecuador. La caída de los precios internacionales del petróleo y los errores cometidos para gestionar esta adversidad fueron los factores que más afectaron al desempeño de la economía como tal.
lroldos@elcomercio.org Cuan acertado el proverbio chino “Corrige al sabio y lo harás más sabio, corrige al necio y lo harás tu enemigo”. Nadie posee toda la sabiduría ni necesariamente siempre se acierta, pero en las personas -y más en los gobernantes- su mejor expresión de sabiduría y su acierto más preciado -realmente valentía- es aceptar los errores y enmendarlos.
mteran@elcomercio.org Si el año que concluye ha sido extremadamente difícil, el que viene no luce para nada alentador. Primero que nada, trae un agregado que impedirá que los problemas sean observados en su real magnitud y, como ha sido costumbre en la historia del país, se evitará mirar hacia la búsqueda de soluciones impostergables que se deben implementar de manera urgente si no se desea que los problemas se agraven hasta llegar a un punto crítico.
Buena parte de este 2016 estará marcada por una doble incertidumbre: la difícil situación económica del país y las confusas señales políticas de sus principales dirigentes.
jzalles@elcomercio.org Temprano por la mañana del 25 de diciembre, la ciudad se encuentra sumida en profundo e inusual silencio. Poco a poco, en la ausencia de cualquier sonido que pudiera distraer, ese silencio se va impregnando de recuerdos y de imágenes.