Es el nombre con que califican a esa extraña pandilla de incondicionales, que rodea nuestras casas, y no siempre se atreve a entrar. No es para menos. Han soportado los peores epítetos. O los mejores, según algunos. Suelen etiquetarse como borrachos, mujeriegos, vagos y encubridores… Son los amigotes. No cabe duda.
Allá por los años 70 los colombianos conocían al país hermano como la “Venezuela Saudita”. Entonces, este país fue la fuente de ingresos de miles de colombianos que cruzaron la frontera en busca de una mejor vida. El proceso se ha invertido dramáticamente. A lo largo de la frontera entre ambos países –de 2 200 kilométros- ingresan diariamente 37 000 personas. Colombia ha recibido hasta la fecha alrededor de 600 000 desplazados, algunos con la llamada Tarjeta de Movilidad Fronteriza (TMF) cuya vigencia se terminará en breve. Este pase ha permitido que ingresen para trabajos temporales; a su vuelta muchas veces lo ganado se queda en manos de la Guardia Nacional Venezolana, según datos del periódico colombiano “El Tiempo”(11.2.2018). Al parecer, los despojos ocurren en ambos lados; la vulnerabilidad de estos seres humanos es inaudita. La tragedia humanitaria quizás sea la más grande de la historia latinoamericana.
Con seguridad la cédula de identidad y las fotografías del personaje lo comprueben. Políticamente, en cambio, es difícil como Secretario General de la OEA, el ex canciller uruguayo ha tenido una radical posición contra las violaciones del régimen venezolano. Ha demostrado con una tenacidad -algunas veces desbordando sus funciones- el compromiso con la democracia y con la defensa de losDD.HH. A diferencia de otros revolucionarios, llevó moralmente las urnas de más de cien víctimas acribilladas en las calles de Caracas y otras ciudades del actualmente país mártir de América Latina.
Incrédula ante lo que estaba mirando pensé que se trataba de una falla tecnológica. Un chat privado de personajes conocidos circulaba en las redes y era replicado por el ejército de trolls del oficialismo. Pero no era una falla. Los teléfonos habían sido hackeados y se pretendía convertir el diálogo de un grupo de WhatsApp -en el que se hablaba de salir a protestar contra la Ley de Plusvalía-, en una amenaza para la seguridad del Estado. Era 2016.
La Constitución de 2008 -redactada con eficiente y oportuna asesoría internacional y aprobada por referéndum en el que casi nadie votó por su texto- tuvo por finalidad estructurar un poder autoritario, asegurar su permanencia, afianzar el intervencionismo, desplazar a la empresa privada del protagonismo de la economía, condicionar las libertades a los intereses del Estado y aplicar las recetas del socialismo del siglo XXI.
Uno de los efectos de 10 años de correísmo fue el afianzamiento del autoritarismo que generó miedo, confrontación y debilitamiento de la sociedad civil. Sin embargo, hubo personas y organizaciones que resistieron. Establecieron estrategias de denuncia, restitución del tejido social y de reorganización desde abajo. Encontraron en la calle su energía para erigirse en contra poder. El tirano, tanto por el deterioro de los precios del petróleo, cuanto por la movilización social, bajó su “prestigio” y “credibilidad”. El Yasuní y la ley de herencias despertaron al león amedrentado y dormido.
Los resultados de la consulta popular han aportado una dosis de magia y hasta de humor. Solo hubo ganadores. Quienes perdieron fueron los primeros en declararse ganadores. Para ello echaron mano de retorcidas y jocosas manipulaciones de los números que parecían ser de una simplicidad inequívoca.
En una equivocada aplicación de sus facultades orientadas a la protección de los derechos humanos, la Comisión Interamericana solicitó a la Corte Interamericana la aplicación de las medidas provisionales pedidas por tres ex vocales del Consejo de Participación Ciudadana a cuyas funciones el pueblo ecuatoriano puso fin en la consulta del 4 de febrero.
Es muy conocido que cuando el ex presidente Correa se hallaba en funciones solía insultar y descalificar a sus opositores, especialmente en sus “sabatinas”, en las que, además, rompía periódicos, hacía alarde de sus obras faraónicas, etc. y en sus recorridos dentro y fuera de la capital lo acompañaba y protegía un séquito de sus colaboradores y guardaespaldas y si, a su paso, alguien se permitía hacerle una consabida seña con el dedo medio en alto, perdía la cabeza y ordenaba que se detenga la caravana y descendía del vehículo para reclamarle a su manera y hacerlo apresar.
Desde que el Gobierno declaró, mediante Decreto Ejecutivo Nro. 252, como política de estado la atracción y promoción de inversiones, se han dado pasos que pudieran concretar un objetivo tan ansiado por el Ecuador.
El presidente Lenín Moreno fue el principal promotor de la Consulta Popular y Referéndum que se acaba de realizar, por lo que él es uno de los grandes triunfadores más allá de ser también beneficiarios, sin duda, el país y la democracia. Se dio una clara señal del apoyo popular a lo que el Jefe de Estado ha venido sosteniendo: la mesa nunca estuvo servida, la deuda pública es cercana a los USD 69 mil millones y no menos de USD 30 mil millones como afirmaba el gobierno anterior, el empleo lo genera el sector privado, la austeridad fiscal es importante, etc. Si ese es el mensaje del país al gobierno, pues el mandato es corregir esos problemas, los que no se pueden arreglar haciendo lo mismo como tampoco hacerlo con la misma gente.
Nunca antes en Ecuador los resultados de una elección habían generado tal cantidad de interpretaciones distintas y contradictorias, muchas de ellas sesgadas o disparatadas y tan cínicas como afirmar que Correa es el ganador de la contienda. O insistir, por el contrario, en que Correa ha muerto. Ni lo uno ni lo otro es cierto pero cada analista o político o periodista usa el micrófono para trasladar el agua al molino de su ilusión o su rencor o su esquema de análisis, pasando por alto una verdad del tamaño de una catedral; a saber: que al final del día todos esos escenarios penden de un hilo. Y ese hilo es la salud del presidente Moreno. Si ese hilo se rompe (Dios no permita, como decía mi abuela) la señora Vicuña asumirá la presidencia y será un borra y va de nuevo porque ella es una socialista de verdad que aprendió desde la cuna que Cuba representa el futuro de la humanidad.
Aquí, dentro del país, la gran mayoría conoce lo que ha sucedido con el gobierno, la consulta popular y la lucha contra la corrupción. Pero en el exterior la imagen del país y su realidad es bastante difusa, hasta errada y negativa.
Nada más importante en democracia que la participación ciudadana. Nada más extraño a la idea original que el parto de Montecristi.
Las necesidades mínimas para volver a crecer de manera sostenida y sana, sin comprometer más el futuro, como ya lo hizo la política económica que se aplica desde 2007, descansa en la reconciliación y buen entendimiento con la inversión privada. Es la única que puede asumir la función motriz de un desarrollo bajo un horizonte despejado. No hay más. No hay por donde perderse. Con la inversión pueden incubarse proyectos que impulsen las exportaciones y con ellas cofinanciar la balanza de pagos. Y, lo más importante, con ella se genera el tan deseado empleo.
Sí. Después de la consulta, ¿qué? En esta ocasión nos referimos específicamente a la pregunta 4 de la consulta, que define la imprescriptibilidad de los juicios relacionados con el abuso sexual contra menores. Entonces cabe esta pregunta, porque desde el año pasado el país ha visto con estupor cómo se revelaron masivamente ataques perpetrados en el aula.
Ahora, que se supone que se trabajará en la ampliación de la Zona Intangible para la protección de aquellos que continúan siendo ocultados, de acuerdo al resultado de la consulta popular, hay que poner los mapas sobre la mesa.
Confieso que contesté afirmativamente las siete preguntas de la pasada consulta por una simplísima razón: todas eran preguntas obvias, de aquellas que los entendidos llaman retóricas, es decir, preguntas que no se formulan por el deseo de saber algo, sino por enfatizar alguna idea. Quien hace una pregunta retórica ya sabe la respuesta, la única posible, pero pregunta por razones de estilo, o porque prefiere que la idea ya conocida sea dicha por el otro, por el interlocutor. ¿Quiere usted que no prescriban los delitos de pedofilia? ¡Claro, quién va a decir que no, a menos que quiera torpedear al preguntón!
Los más de quienes votaron por el sí a mi juicio lo hicieron ardidos, exasperados, por tanto latrocinio. No tuvieron reparo, los ladrones, en dejarle al país en soletas. Nuestro Ecuador vulnerable por donde se lo mire.
Las respuestas del pueblo a la Consulta Popular tienen como primera interpretación que es su exclusivamente su voluntad en las urnas. Luego vienen los procedimientos funcionales para que el mandato se lo cumpla y no se lo distorsione.