La experiencia de mirar una película en una sala de cine supera la mera acción de comprar una entrada, sentarse con alguna funda de canguil y ver la obra. Ir al cine se convirtió en una práctica social o, como lo describe Ana Rosas Mantecón en su libro ‘Antropología de los públicos’, un modo de “estar juntos”. Incluso para aquellos que van solitariamente al cine, en realidad no lo están tanto: se ríe, se llora o se aburre junto a personas que no se conocen.
Un evento de cine dedicado a los más pequeños. Eso es lo que podrá disfrutar Quito y otras ciudades del país estas vacaciones, mientras se desarrolla la decimocuarta edición del festival Chulpicine. Como todos los años, los organizadores preparan sorpresas especiales y una amplia gama de filmes cargados de historias y estéticas alternativas.
Los niños son el público favorito de las salas independientes de la capital. Entre las salas de esta categoría que tienen programación regular para el público infantil están la Asociación Humboldt, la Alianza Francesa y el Guagua Cinema.
El acierto de 'The Lego Movie' es haber hallado el punto de equilibrio para que adultos y niños se pongan frente a un filme sin que ninguno de los dos ceda ante el bostezo. Quizá eso se deba a que Lego ha sido y es un adminículo que convoca a varias generaciones, juguete para unos, objeto de colección para otros, valor didáctico y/o signo de la cultura pop.