La Asociación de Importadores de Cerámica Plana (Asimcep) aseguró este 28 de febrero del 2018 que la actualización del Reglamento Ecuatoriano RTE-INEN 033 referente a baldosas y cerámicas afectará a los pequeños importadores.
Sí, pinta todavía. A pesar de sus 91 años y del temblor de sus manos propio del párkinson, Eloy Narea Suárez aún toma los pinceles y se dedica a realizar grisallas en los rostros de santos, vírgenes y otras figuras que nacen de su ingenio.
La cerámica es una consumada celotípica. Basta una mínima falla, una sola equivocación en el porcentaje de los bizcochos de arcilla (mezclas) o un medio grado centígrado de más o de menos en el horno, para que la figura que se ha trabajado con tanto afán se rompa, se fisure o se chamusque. Y se pierda sin remedio.
Las vasijas de barro que los habitantes de la sociedad prehispánica emplearon para sus distintas actividades, mientras estuvieron asentados en la Costa del Ecuador, tienen su propio sello en Manabí.
Para que ningún espacio de la casa se quede sin su toque decorativo están los accesorios que, muchas veces, además de adornar tienen una función específica.
Los habitantes de la parroquia Sucre del cantón Patate, en Tungurahua, conservan pocas piezas entre ollas, vasijas, compoteras, platos ceremoniales, jarrones y parte de esqueletos humanos.
La práctica de la alfarería ancestral es una labor que ha perdurado en la familia Vargas, de generación en generación. La actividad es el sustento de esta familia que con técnicas artesanales, elabora objetos de barro que se comercializan en Guayaquil.
La ancestral tradición alfarera de Samborondón sobrevive de la mano de la familia Vargas. En este cantón, ubicado a 35 km de Guayaquil, funcionan los talleres de los hermanos Walter y Fernando, quienes aprendieron a moldear el barro de su padre, José Vargas.
Renovarse en una de las claves del éxito para cualquier actividad humana. Eso lo ha comprendido muy bien Roberto Ñacato Guayasamín, un artífice del trabajo con la cerámica y el metal desde hace 40 años, lejana fecha cuando aprendió su arte en el taller de don Joaquín Tinta, el más reconocido maestro de Sangolquí y todo su entorno.
La Sala Caranqui del Museo Atahualpa, que se instaló hace dos meses en el Centro Cultural El Cuartel, de Ibarra, ha sido visitada por 3 281 personas.
Polina Cold y Tinny Creations son estudios que elaboran aretes, collares, dijes, anillos, pulseras y otros accesorios a partir de la cerámica.
También formó parte de la inmensa agenda que movió la Conferencia Hábitat III. Se trató de una exposición realizada en el Centro de Exposiciones Eugenio Espejo y que congregó a artesanos y especialistas en otras disciplinas que tienen que ver con la sostenibilidad.
Con sus hábiles manos, Rosa Villalba aprendió a moldear el barro con el que elabora cuadros, vasijas, floreros, fruteros... Estos artículos de cerámica, la mayoría de anaranjado intenso, son una alternativa para la decoración del hogar.
Las manos -duras, toscas pero fuertes- contrastan con un cuerpo pequeño, delgado y fibroso, que más parece el de un corredor de maratón que el de un artesano experto. Pero no obstante su aspereza, las manos de Roberto Ñacato Guayasamín son herederas directas de dos de las prácticas artesanales más ancestrales del valle de Los Chillos y, en general, de todo el país: la cerámica y la metalurgia, con sus artes adláteres.
Sus tres hijos no se interesaron en continuar con la tradición y legado de más de 100 años. A pesar de eso, Gustavo Ortiz, de 65, sonríe y mantiene el ánimo. Sigue trabajando con el barro en su taller, ubicado en el barrio El Tejar, de la parroquia La Victoria del cantón Pujilí, en la provincia de Cotopaxi.
Rostros de desesperación, tristeza, desilusión se reflejan en esculturas de hombres y mujeres afrodescendientes. La muestra denominada ‘Pasado y Presente’ es un trabajo de la artista polifacética Alicia Villalba. Nació hace 38 años en la comuna afro de Apaquí, en el cantón Bolívar, Carchi.
Una investigación estudiantil podría revelar nuevas prácticas de la cultura Puruhá. Más de 2 500 fragmentos de vasijas de cerámica, obsidiana y una red de caminos de tapial, que podrían ser del período de integración regional, se descubrieron en cinco sitios arqueológicos de Riobamba. Los estudiantes de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch), asesorados por los técnicos del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), trabajan en la indagación de las piezas, su uso y en nuevas pistas sobre los espacios de adoración y ocupación.
El uso de los hornos de barro es una tradición ancestral que todavía tiene vigencia en el país. Cultores como el maestro Edmundo Tolagasi o arquitectos como Fausto Acosta, Fernando Honojosa o la lojana Judith Ortega se han vuelto expertos en su fabricación.
El cristal y la cerámica que aparentemente dejaron de servir y se desechan, también se pueden reutilizar con fines decorativos. Al recuperar este tipo de materiales, colores, texturas y formas pueden readecuarse a las características de la decoración interior.
La planta de licuefacción de gas natural de Bajo Alto que entregaba este combustible para las industrias de cerámica de Cuenca volvió a paralizarse el pasado sábado.