EL CENTRO QUE SABE

Piensa por un momento en un jarrón y considera que es el espacio que está dentro del jarrón, es el que permite que  sea un jarrón. Lo que se requiere para que sea un jarrón es un espacio vacío y silencioso rodeado de material. Consecuentemente es absolutamente necesaria la nada o el espacio invisible para que sea un jarrón. Sin la nada intermedia, no hay jarrón. Lo realmente útil del jarrón es, pues, su parte invisible, lo que no percibimos del jarrón.

Lo mismo nos ocurre a los seres humanos, seres materiales, que debemos recurrir a nuestro mundo  interior invisible para ser completos. Lo anterior lo conseguimos a través de la meditación. Es “el secreto que está sentado en el centro y sabe”.

La meditación no está en contra de la acción. No es que te tengas que escapar de la vida. Solamente te enseña una nueva forma de vida. Ya lo insinuó Shakespeare: “Ve a tu interior; llama allí y pregunta a tu corazón lo que sabes”,  Einstein, gran científico, nos habló también sobre nuestra condición divina y la describió maravillosamente: “Los problemas no pueden resolverse al mismo nivel de pensamientos que los creó. Los problemas son ilusiones del mundo material. Las soluciones son atributos de tu inmersión en el mundo del espíritu”.

  Justamente en este tiempo de Navidad es importante la meditación sobre la esencia de nuestra vida, cual es el amor y el servicio, el dar y apoyar a nuestro prójimo. 

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