Las investigaciones en etnomúsica y arqueomúsica de Schubert Ganchozo han devenido en toda una saga de nuevos instrumentos de caña guadua y barro (cerámica).
Cinco pequeños bohíos hechos con caña guadúa y techos de rampira ahora son parte de los locales ubicados en el malecón del balneario de Las Palmas, en Esmeraldas. Los sitios fueron diseñados para brindar comodidad a los turistas que acuden para disfrutar del mar y de la variedad de platos hechos a base de mariscos. Amparados de sol, desde el sitio se observan los buques petroleros.
En Pedernales, 19 artesanos se asociaron para crear una plaza en la que se ofertan artículos elaborados con materiales típicos como la tagua, coco, bambú, caña, entre otros.
Los inmuebles de caña guadúa se conjugan con el bosque tropical. Una de esas edificaciones se levanta en la parroquia de Lita, cantón Ibarra (Imbabura). Se trata del proyecto denominado Centro de Desarrollo Turístico, cuya construcción cuesta USD 1 millón y es financiado por el Municipio.
La técnica en construcciones de estructuras en caña de los indígenas y montuvios de la Costa se rescata en dos proyectos inmobiliarios en Santo Domingo de los Tsáchilas.
Los migrantes del norte de la provincia de Esmeraldas mantienen la costumbre de construir sus cercas con caña guadúa para hacer cerramientos o levantamiento de paredes.
Los árboles maderables, que son desechados por estar torcidos, se utilizan para la construcción de cabañas en el balneario de Mompiche, al sur de Esmeraldas.
Las técnicas ancestrales de la construcción las mantienen los habitantes de la comunidad Paz Yaku (Río de la Paz en español) de la parroquia Madre Tierra, del cantón Mera, en Pastaza. El propósito es que las ‘chozas toquillas’, como se conocen a estas edificaciones de madera de una planta, entreguen frescura y seguridad a sus ocupantes.