Diferentes técnicas de tejido de ropa y accesorios reaparecieron y crecieron durante la pandemia como respuesta efectiva al trabajo manual
En algunos sitios de los Andes, el tejido precedió a la alfarería y a la agricultura. El historiador Ramiro Andrade dice que hace 5 000 años se comenzó a utilizar el algodón y la fibra de los camélidos andinos para la confección de los primeros textiles. Se siguió la técnica de las antiguas esteras vegetales. Así, los pobladores originarios tejían antes de que llegaran los Incas, y también bordaban.
Colibríes, mariposas, pavos reales, danzantes y la Pacha Mama (Madre Tierra) están en cada uno de los diseños que crea Fanny Masaquiza.
Las telas de color rojo, verde, negro, blanco, fucsia, amarillo y azul abundan en la casa de Elsa Tenelema. La mujer, de 55 años, instaló en una de las tres habitaciones de la vivienda el taller artesanal donde borda los rebozos de las comunidades indígenas de la provincia de Bolívar.
Un calendario agroandino, un diccionario kichwa y juegos para conocer las plantas medicinales son algunos de los materiales educativos que fueron realizados en el taller de mujeres Bordando en el Mercado de San Roque y que ahora se exponen en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC).
En Guamote, la celebración de la Semana Santa tiene una particularidad: desde inicios del siglo XX en las procesiones se usan piezas catequéticas bordadas con hilos y piedras brillantes. En los últimos años, esta tradición ha decaído, por lo que el jesuita Wilfrido Haro emprendió una investigación.
En redes sociales, las publicaciones que promocionan talleres de bordado tradicional no son aisladas. El mexicano y el zuleteño son los más constantes y son ofrecidos por diferentes artesanas. También hay espacio para tradiciones textiles menos conocidas, como el bordado guamoteño.
Los bordados de Zuleta son uno de los productos infaltables en las tiendas artesanales. Flores y figuras orgánicas hechas con aguja e hilo adornan toallas, tapetes, paneras y en general artículos para el hogar. Aunque quienes los elaboran visten por tradición blusas blancas con collares bordados que contrastan por sus relieves y colores, la blusa de esta comunidad imbabureña no es parte de la percha comercial.
Simiatug está ubicada en la provincia de Bolívar y es hogar de más de 14 000 habitantes distribuidos en 14 comunidades. Por mucho tiempo, vivieron exclusivamente de la ganadería y la agricultura, pero desde hace siete años, sus manos y esfuerzo les dieron otro oficio: el bordado.
El bordado, que está asociado a las abuelas o a los tejidos tradicionales, se convirtió en un ‘boom’ en Europa, Estados Unidos y Argentina. Esta técnica fue retomada, ya no por una necesidad de crear ropa para el cuerpo o el hogar, sino como una vía de expresión.
Los coloridos bordados, que han dado fama a las mujeres kichwas del sur de la capital de Imbabura, y los paisajes andinos marcaron a Jorge Moya.