Si los planes no se postergan, a fines de año comenzarán las obras, que permitirán una conexión más rápida y eficiente entre Quito y Guayaquil.
Hemos sido crueles con los esmeraldeños. A la primera alerta de peligro o problema los hemos abandonado ‘a su suerte’, por decirlo de alguna manera.
Es cierto que las congestiones vehiculares para ingresar a las playas de Esmeraldas se acabaron, luego de haber construido el sistema de puentes. También es verdad que se mejoraron las vías, se edificó un moderno malecón en Las Palmas, un hospital en la ciudad de Esmeraldas y se hicieron otras inversiones.
Es una lástima que poco haya cambiado en algunas playas manabitas, después del terremoto del 2016. Esa tragedia, después de todo, fue una oportunidad para empezar todo desde cero con el fin de mejorar y hacer bien las cosas.
Pareciera que Esmeraldas ha sido abandonada a su suerte. Al menos esa es la sensación que se tiene de esta provincia, porque poco se ha hecho -por no decir nada- para ayudarla a salir de sus crisis y desgracias, que experimenta desde finales del 2015.
Pastaza nos ha sorprendido con su despegue económico, interesante, novedoso y hasta atractivo. Seguramente, alguna vez, muchos debimos haber pensado que no pasaba nada en esa provincia, pero es todo lo contrario.
Da gusto saber que muchas más ciudades y provincias se ofrecen como nuevos destinos para que los turistas, sobre todo los ecuatorianos, se paseen y fomenten esta actividad.
En los últimos dos años escuchamos con insistencia sobre la inversión millonaria que se hizo para mejorar la vialidad del país. La rendición de cuentas del Ministerio de Transporte y Obras Públicas habla de cerca de USD 10 000 millones en los últimos 10 años.
Los ambateños deben sentirse orgullosos de que pese a la crisis económica que vive el país, la ciudad ha podido generar más empleo y su economía se ha dinamizado muy bien, por lo menos en el último año.
Luego de que el ministro de Finanzas, Carlos de la Torre, dijera que a fines del año pasado se tomaron USD 300 millones de los recursos destinados para la reconstrucción por el terremoto quedan dos inquietudes.
Cuando viajamos por el país es difícil encontrar ese sello o marca que identifique esa riqueza turística que tenemos, no solo para provecho nuestro, sino para mostrarla al mundo.
A veces resulta mal plan hacer turismo interno, justo cuando todo mundo viaja, lo cual generalmente sucede en la época de vacaciones escolares y en los feriados nacionales.
Seguramente, más de uno se habrá despechado de emprender un viaje en avión a Guayaquil, Manta u otro lugar del país con tan solo escuchar que el pasaje cuesta hasta casi USD 400.
Diez ecuatorianos viajan a Japón y no precisamente por turismo. Van a aprender cómo se hace para protegerse de tsunamis y terremotos.
Es alucinante que hasta ahora nadie haya pedido cuentas por la escasez de agua potable que sufren los esmeraldeños desde hace un mes.
En esta época la abundancia de especies marinas es infinita entre las Islas Galápagos y el territorio ecuatoriano continental. La corriente fría de Humboldt arrastra tanta riqueza marina desde el sur que los barcos chinos aprovechan siempre.
Da la sensación de que son pocas las acciones que se han tomado para evitar la amenaza de la flota pesquera china, que se ha instalado frente a las Islas Galápagos.
Las vacaciones escolares de la Sierra han puesto en evidencia la urgencia de culminar la ampliación de la vía Alóag-Santo Domingo. Desde el mes pasado, los usuarios debemos emplear hasta una hora más de viaje, debido a los cuellos de botella que se forman en los tramos donde aún hay dos carriles.
Un campesino de Otavalo cumple a rajatabla una inusual sentencia por su imprudencia al quemar los rastrojos de su chacra cerca de los páramos de Cusín, en Imbabura.
Antes de que el aeropuerto Cotopaxi corra la misma suerte que su par de Jumandy (Tena), las autoridades consiguieron que por lo menos una nueva aerolínea de carga entre a operar para llevar la producción de la Sierra central.