Este largo periodo de ausencia de madurez en América Latina ha tenido distintas explicaciones. Algunas que se hicieron dogma y habitaron entre nosotros de manera permanente y constante.
La virulenta construcción del denominado "socialismo del siglo XXI" puede acabar con el mismo ritmo como se abatió sobre una parte importante de América Latina: violenta y agresivamente. Los espacios del disenso fueron anulados por una abierta y desembozada acción gubernamental que no solo acabó con la oposición sino además se mofó primero para terminar colocando en prisiones a todo aquel que osara criticarlos después.
Afirman que la gratitud es la cortesía del corazón. Y talvez no haya soledad mayor que aquel que ante la injusticia y el oprobio no recibe el apoyo que debería en los momentos fundacionales de la lucha por la libertad y la democracia que se libra hoy en las calles de Venezuela. Ahí mismo donde un descorazonado Bolívar había afirmado se sentía como si "...hubiera arado en el mar" en la construcción de un espacio común que perteneciera a cada latinoamericano como propio.
Cualquier Gobierno en el mundo sabe que el final de sus días está cerca cuando golpea, hiere o mata a jóvenes, mujeres, niños o ancianos. En esta franja etaria no está permitido reprimir y los gobernantes cuerdos lo saben muy bien.
Uno de los aspectos menos promovidos en la función pública es el del servicio. Se pretende dar la impresión que quien tiene el poder no puede ponerse a la altura del pueblo que lo votó para dicha tarea. La soberbia en el ejercicio de la función es tan grande que emperadores como Julio César dicen que tenía una persona que cada mañana le recordaba su condición de humano y por lo tanto falible. No es fácil hacerle entender al Mandatario que su condición de servidor público lo hace sirviente de sus mandantes que constituyen la sociedad en su conjunto. La soberbia por un lado, el resentimiento por el otro o el odio como mecanismo de atemorizar al adversario no resultan comprensibles para quienes entendemos que el poder solo se legitima en el servicio y que es ahí donde cobra sentido y proyección. Vale en función directa de comprender la real ecuación del poder y su dirección social.
Una reiterada manera de enfrentar la realidad ha sido imaginarse y venerar en algunos casos a los personajes que se alzan contra las normas y los modos. La cuestión parece ser la de resistir la realidad pero desde una perspectiva del evasor, del que va contracorriente y que encarna a un grupo importante de personas que ven la imposibilidad de soñar un horizonte diferente que no sea por otro medio que el encarnado por el iconoclasta.
La democracia es ciertamente un sistema político sostenido sobre el grado de involucramiento individual y grupal en los asuntos públicos. Ella se define y se hace en conjunto, pero también en solitario pero... para los demás. Es un acto de amor en el sentido del compromiso que conlleva participar para perfeccionar el concepto democrático. No es extraño por lo tanto que algunos gobiernos insistan con vehemencia en cortar la relación de la prensa con los ciudadanos que es como dejarlos sin oxígeno para respirar. Es intentar participar sin estar informados. La tozuda vocación autoritaria de perseguir a los medios y restringir el acceso a la información pública es característica de varios gobiernos de la región que no temen caer en abiertas contradicciones como las de proteger al que filtra información que los gobiernos quieren esconder y al mismo tiempo censura el acceso a la información a la prensa y los ciudadanos a escala local. La incoherencia incomoda por vergüenza al principio pero
La difícil marcha hacia una democracia creíble y sólida aún tiene un largo camino que recorrer en América del Sur. La última cumbre en Paramaribo donde la presidencia pro témpore de la Unasur fue transferida al mandatario de Surinam Desiré Bouterse es casi una metáfora del subcontinente. Este Presidente que más que currículum tiene prontuario, está acusado de golpista, violador de derechos humanos, narcotraficante y amañador de elecciones no tuvo mejor manera que dejar inaugurado el foro anunciado que su hijo había sido detenido en Panamá y extraditado a Nueva York bajo cargos de narcotráfico y delitos conexos. Vaya bienvenida que dio el anfitrión a sus colegas de la Unasur que pretende convertirse en un foro político confiable y de alternativa a la OEA entre otras cosas. Fue esta misma Unasur que suspendió a Paraguay por haber llevado un juicio político para destituir a un presidente de manera abrumadora por el voto del Congreso y que no siente ningún remordimiento que su presidencia
Como una reiteración permanente de buscar legitimar nuestros sistemas democráticos hemos vivido en América Latina buscando el chivo expiatorio que explique nuestra pobreza o marginación en razones externas. Que las hay, pero que por sí solas no explican el verdadero drama de nuestros pueblos. Algunos políticos han hecho de lo foráneo la justificación de los demonios internos con los que no se ha querido lidiar. Ellos son la inequidad, la pobreza, la injusticia, la miseria en muchos de los casos y la corrupción que ha hecho perder grandes oportunidades de desarrollo Esta contradicción de fuerzas impide observar con claridad el desafío de hacer de nuestros países espacios de desarrollo y de prosperidad. Cómo podríamos explicar a las generaciones por venir la abundancia que se dio en estos tiempos de gran demanda de materias primas y de mayor conciencia nacional que no pudimos despegar porque la retórica, la cháchara desacreditante y hostil se convirtieron en auténticos dogmas recitados p
La expresión incluida en el nuevo reglamento que rige la prensa en el Ecuador ha sido muy bien pensada. El personaje de apellido Lynch relacionado a la historia negra de los Estados Unidos esclavista, legó a la amplia y vasta literatura jurídica latinoamericana un concepto nuevo que por la vaguedad de su expresión solo garantiza una utilización tan injusta, como arbitraria había sido la conducta de Mr. Lynch. Es evidente que el mejor rigor jurídico tiene hoy un adversario que escondido en la emboscada que le brinda la expresión podrá desde ahí perpetrar sus más temibles ataques contra la libertad de expresión y de prensa. En el ánimo de buscar un enemigo político al que atacar la ley como garrote emerge temible ante la mirada impávida de una sociedad que más temprano que tarde abominará y condenará tal conducta.
Los que creen que los gobiernos pueden hacer los grandes cambios están equivocados no solo porque la tarea es imposible sino porque quienes esperan eso en realidad lo que ambicionan de manera personal es que el Gobierno haga que las cosas mínimas funcionen. Lo que determina el éxito o el fracaso en la gestión de los gobernantes es responder a las demandas de funcionalidad de una sociedad que con el paso del tiempo se acostumbra a que las pequeñas cosas anden de verdad. Esta introducción viene a cuento de la grave crisis que presupone para un Gobierno como el de Venezuela que su población pague 4 veces por el papel higiénico que en cualquier otra ciudad de América Latina y, aun peor cuando esa misma sociedad comienza a interpelarse como es posible que un país inundado de ingresos por los buenos precios del petróleo, acumule una cuantiosa deuda externa y una extraordinaria ineficacia y corrupción en la gestión de gobierno. Los pueblos dicen anhelar las grandes transformaciones cuando en
El marketing ha sustituido a las ideologías pareciera ser la conclusión en un mundo de cambio de paradigmas donde la forma importa más que el fondo y los medios se han impuesto sobre los fines. Importa más cómo se vea o se perciba un candidato o un Mandatario electo que conocerlo más a fondo. Se abrevió el relato del poder a poco más de 100 caracteres y en ese camino la táctica de construir la imagen del poder se impuso sobre otros valores que fueron considerados importantes por muchos años.
Paraguay tuvo elecciones el 21 de abril con una contundente victoria del partido opositor: el Colorado, que retorna al poder luego de 5 años de llanura. Cientos de observadores avalaron una justa comicial con participación cercana al 70% de los electores. El nuevo mandatario, Horacio Cartes, ha sido cauto y optimista con respecto al retorno al Mercosur y a la Unasur luego de la suspensión que le aplicaran ambos espacios regionales tras el juicio político a Lugo. El hecho ha tenido más un impacto político que económico. Durante el tiempo de suspensión el comercio entre estos países y el Paraguay se incrementó en 30%. Esto pone en duda el valor real de estas "suspensiones" y el verdadero criterio "democrático" que dicen alentarlas.
Muchos desde las alturas han afirmado con la soberbia del que manda que "el poder solo desgasta al que no lo tiene". Los griegos llamaban hibris a esa enfermedad que torna al líder infatuado, soberbio y sin capacidad de reconocerse ni humano ni menos falible. Su discurso tronante desafía a cualquier dios que se le ponga enfrente y nadie en su torno se anima jamás a desafiar sus afirmaciones y menos a cuestionarlo so pena de acabar entre los trastos del poder. Los hay tantos en nuestra América joven como también en cualquier parte del mundo que ha sido sujeto de análisis el comportamiento de estos líderes infatuados y soberbios .
Una definición de sociedad ambicionada y construida con tesón indudablemente la marcan las instituciones. La única obra humana que en libertad nos permite identificarnos con anhelos superiores y caminar juntos en su consecución. Somos reflejo de las instituciones que tenemos y proyectamos nuestra fragilidad en aquellas que no funcionan como debieran o que no existen o son conculcadas.
Ganar unos comicios es solo el comienzo de un proceso que se legitima en directa proporción de hacer las cosas que el mandante (el pueblo) impone al Mandatario. Este puede hacer dos cosas, por un lado creerse egoísta y soberbiamente que los votos le pertenecen y que se mantendrán invariables a lo largo de su mandato y por el otro hacer cosas que hayan sido colocadas en la agenda electoral y que ha llevado a que lo votaran. Esto que parece muy elemental sin embargo con frecuencia se ignora porque tanto el mandante como el Mandatario no logran comprender la razón y fuerza del mandato.
La larga ausencia de Hugo Chávez al frente del Ejecutivo venezolano como lo fue la ausencia reiterada de Fernando Lugo del poder en Paraguay (casi 200 días) demuestra que lo que creen los mandatarios no es tan cierto. No son imprescindibles y el país puede funcionar perfectamente sin ellos. Debería ser también un punto de reflexión de los electores quienes tendrían que tener más opciones que el simple sufragio cada cierto tiempo. La revocatoria del mandato es una de ellas para quienes no cumplen las promesas electorales y para los que se ausentan por una buena cantidad de tiempo pero que siguen cobrando sus salarios incluso sin asumir como es el caso del Mandatario venezolano.
El más grande emperador romano Julio César lleno de la soberbia que el poder otorga y sus victorias militares que lo colmaban de un orgullo sin límite, había dispuesto que un esclavo le recordara diariamente que “era mortal” de manera tal a no creerse un dios por encima de todos. Con muchas democracias latinoamericanas ensoberbecidas, pareciera ser necesaria la referencia de un pueblo -que sin ser esclavo-, les recordara a nuestros mandatarios que nosotros: sus mandantes los reconocemos como humanos y como sirvientes de nuestros mandatos. Esto que parece lógico sin embargo es posible comprobarlo que una República requiere no solo el imperio de la ley que regula a todos por igual pero desafortunadamente a otros más iguales que otros, que la finitud humana nos equipara finalmente a todos. Los presidentes no son inmortales y qué duda cabe, cuando observamos a varios de ellos luchar denodadamente por sus vidas invocando al mismo Dios censurador por sus actos de injusticia, les dé una chanc
Estuve en Buenos Aires la semana pasada cuando casi un millón de personas autoconvocadas y al son de las cacerolas le dijeron al gobierno de Cristina Fernández que no la quieren re-reelecta, que están hartos de la criminalidad en las calles y de la inflación que les robe cada día el salario que reciben. No hicieron falta los políticos y eso, que es también un mal signo, se transformó en una muestra elocuente de que la democracia institucional vaciada de contenido y razón por los gobiernos populistas que lo tildan de “burguesas e innecesarias”, solo tiene cabida en las calles con los consabidos riesgos.