Luis Javier C., de 43 años, fue obligado a caminar descalzo y en ropa interior por las calles del centro de la ciudad de Otavalo (Imbabura). Luego recibió cinco azotes y un baño de purificación con agua helada y golpes con ramas de ortiga, mientras permanecía atado a una columna de cemento, en la Plaza de Ponchos. Esa fue la sentencia que le aplicó el Cabildo Kichwa de Otavalo al ciudadano acusado de hurto.