En 2010, Sam Ballard era un jugador de rugby de 19 años con toda una vida y una carrera por delante. Sin embargo, una pequeña decisión ocasionó que el joven estuviera durante más de un año en coma, para después despertar cuadrapléjico, en una silla de ruedas y sufriendo convulsiones durante ocho años. Finalmente, luego de aguantar durante casi una década todas estas secuelas, Ballard falleció a finales de octubre del 2018.