El registro más antiguo de un amorfino data de 1881, año en el que el antropólogo español Marcos Jiménez de la Espada presenta en el Congreso de Americanistas el que se presume como la primera pieza con música y letra. “Amorfino no seas tonto /aprende a tener vergüenza / al que te quiere querelo / al que no, no le hagas fuerza”, reza el coro.
Su lengua es más afilada que un machete y tiene un verso para cada árbol, para cada ave que vuela entre las ramas. “Por ahí anda un gavilán”, advierte el guía nativo Telmo España.
En el marco del festival cultural La Flor de Septiembre en Portoviejo, estudiantes de seis establecimientos educativos de la capital manabita presentaron sus trabajos de amorfinos y danza montubia.