Sentado sobre la tierra húmeda, Marco Buitrón miraba con tristeza la remoción de escombros, de lo que era la casa de su primo Carlos Wladimir Benítez.
Cojines, cubrecamas, cobijas y juguetes se confundían entre las varillas, la losa y los bloques trizados de la vivienda. “Toda la casa quedó destruida. Pero nada habría importado si ellos estuviesen vivos. Me cuesta creerlo”, decía con sus ojos húmedos.
La madrugada de ayer, alrededor de las 03:30, 25m3 de tierra cayeron sobre la humilde vivienda de la familia Benítez Naranjo, ubicada en el sector de La Garzota del barrio Las Cumbres, en Santa Bárbara de Chillogallo.
Según el Cuerpo de Bomberos, la acumulación de agua en la calle superior provocó que la tierra de la ladera contigua a la vivienda cediera. “Los vecinos escucharon un estruendo, pero muchos siguieron durmiendo”, contaba María Tigasi, una vecina que reside seis años en el barrio.La llamada de emergencia a la Central del 911 fue reportada casi dos horas después: a las 05:19.
Luego de que la noticia se difundiera en la zona, antes del amanecer, un grupo de moradores, en el cual estaba Tigasi, acudió con palas y azadones.
Para entonces, otros vecinos ya intentaban rescatar a los cuatro integrantes de la familia: Carlos Wladimir Benítez, de 37 años; Martha Yolanda Naranjo, de 37; Adrián Israel, de 2; y Erick Estiven, de 6. Pasadas las 06:00, fueron encontrados los cuatro cuerpos sin vida.
Familiares como Marco Buitrón arribaron después, al igual que los agentes policiales. Antes de las 08:00, los cadáveres fueron trasladados hasta la morgue, en medio del dolor de sus allegados.
A un lado de los escombros rodeados por una cinta plástica blanca, en la cual se leía Peligro, Mariana Paredes, cuñada del fallecido, miraba el trabajo que realizaban siete obreros de la Administración Quitumbe. Ellos acudieron a la emergencia.
“Levantan los escombros para ver qué se recupera, pero a la familia no nos interesa esto, excepto los documentos como las cédulas. Lo importante eran sus vidas y ya no están”, decía la señora, con sus ojos llenos de lágrimas.
Los trabajadores rompieron la losa y junto al colchón hallaron pocos billetes. También encontraron el carné de vacunación del pequeño Adrián. La cuñada lo guardó en una bolsa de papel.
La familia Benítez vivía desde hace dos años en el sector, antes residía en Quitumbe. Carlos, un carpintero que tenía su propio taller junto a la vivienda, mantenía a su esposa y a sus dos hijos.
Él estaba contento porque dentro de cuatro meses nacería el tercero de sus hijos. Esa alegría se había propagado hasta sus cuatro hermanos y su madre, quien reside en el sector.
El jefe de familia pagaba USD 40 de arriendo por la vivienda, que la madrugada de ayer, terminó completamente destruida.
Hasta el mediodía de ayer, los trabajadores municipales habían retirado una máquina de coser, electrodomésticos destruidos, ropa y álbumes de fotos.
La tarde de ayer, el Cabildo armó un operativo especial, que incluyó el desalojo de otras familias, por la amenaza de un nuevo deslave. Las autoridades reconocieron que el lugar de la tragedia es un asentamiento ilegal.