El candidato al Parlamento Andino, Alfredo Vergara, postulante por Sociedad Patriótica, expone sus planteamientos para las próximas elecciones del 7 de febrero.
Poco después de que el Ecuador adoptó al Dólar como moneda propia en el 2 000, el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos, INEC publicó una encuesta que demostraba que solo la cuarta parte de la población en edad de trabajar poseía un empleo estable y formal; las otras tres cuartas partes tenían que sobrevivir en el subempleo ejerciendo cualquier actividad informal o ilegal.
Hace pocos días, el gobierno de China informó al Mundo que había decidido dejar de utilizar el Dólar en sus transacciones internacionales bursátiles y financieras; actividades en las cuales solo utilizaría el Yuan, la moneda china.
Los miembros de la “Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador” habían permanecido varios días apoderados del centro de Quito. La revuelta se había iniciado a raíz de que el Gobierno advirtiera que, a partir del domingo 9 de enero del 2000, la moneda oficial del Ecuador sería el Dólar.
Este acertijo puede ser resuelto si leemos el Art. 62 de la Constitución que comienza con la siguiente frase: “Las personas en goce de derechos políticos tienen derecho al voto universal, igual, directo, secreto y escrutado públicamente”.
Columnista invitado Cuando llegamos a la Superintendencia de Bancos en marzo del 2007, el principal problema que teníamos que resolver era el hecho de que Ecuador aún carecía de una ley bancaria que sea funcional para una economía dolarizada.
La Dolarización ya cumplió 19 años de existencia. Tiempo suficiente como para mirarla con ojos de águila: desde bien alto y en perspectiva.
Desde 1983 hasta el día de hoy, han transcurrido 35 años en los cuales Ecuador y Argentina han venido peregrinando casi juntos a lo largo de un mismo sendero.
En el Presupuesto General del Estado pueden existir tres clases de déficits: el primero se denomina ‘déficit primario’ y se produce cuando los ‘ingresos permanentes’ no alcanzan a cubrir los ‘gastos permanentes’; el segundo se denomina ‘déficit fiscal’ y se produce cuando el total de los ingresos del gobierno (permanentes y no permanentes) no alcanzan a cubrir el total de sus gastos; y, el tercero que se denomina ‘déficit neto’ y que corresponde a aquella parte del déficit fiscal que, antes de que finalice el año, no ha logrado ser cubierta o financiada con nuevos préstamos.
Las tres economías más grandes del mundo son Estados Unidos, China y Japón, en ese orden. Esos tres países han logrado mantener una política monetaria orientada a preservar el equilibrio entre sus necesidades comerciales y el valor de sus monedas: el Dólar, el Yuan y el Yen, respectivamente.
Esa fue la respuesta que recibió Martha Roldós, quien segundos antes, en voz alta y mirando a la tarima, había cuestionado el hecho de que la primera piedra del magno proyecto bautizado como ‘Refinería del Pacífico’, estaba yendo a ser colocada en el medio de una idílica zona rural de Manabí denominada El Aromo.
Dicen que una revolución se produce cuando “lo que tiene que morir muere y lo que tiene que nacer nace”.
Al entrar lo primero que atraía la vista era la nutrida serie de rostros retratados en blanco y negro que se encontraban esparcidos sobre las paredes. El lugar aún estaba medio vacío en esa media tarde de un miércoles. Por reflejo ocupé una pequeña mesa que se hallaba cerca y, mientras esperaba una taza de café, de uno en uno comencé a tratar de identificar los nombres de los personajes cuyos retratos adornaban las paredes. Todos parecían pertenecer al mundo de la literatura, de la música, del teatro y, en general, de la cultura y del arte. De algunos conocía sus nombres, pero me inquietaba constatar que la mayoría de esos rostros me eran desconocidos.
La ‘Teoría del Péndulo’ asevera que nuestros gobiernos están condenados a oscilar permanentemente entre el Neoliberalismo y el Socialismo. Si es que esa teoría es correcta, la reunión propuesta por el actual gobierno, está plenamente justificada.
Un conocido axioma económico asevera que los impuestos tienen un nivel máximo, a partir del cual el total recaudado tiende a disminuir. Este axioma tiene validez en casi todos los países donde rige la economía de mercado.
Durante sus últimos años, el gobierno de Correa se negó a reconocer que el monto de la deuda pública ya había sobrepasado el límite máximo del 40 por ciento del Producto Interno Bruto, PIB que establece la Constitución.